La
multitudinaria fiesta de Brieva, que suma ya el mismo número de ediciones, es
otro de los ejemplos más destacados al respecto, congregando a cientos de
personas que reciben un rebaño trashumante llegado de lejanos invernaderos del
mediodía español, en un ambiente festivo (Artesanía popular, degustación de platos
pastoriles, demostraciones de esquileo, folclor pastoril…) y de reivindicación
cultural de la trashumancia (Conferencias, muestras artísticas, visitas de
trashumantes de otras regiones, etc.). Administración local y regional son las
responsables del apoyo a dicha manifestación, en tanto que grupos gremiales,
ciudadanos, universitarios, culturales y conservacionistas avalan el evento,
uno de los más concurridos de toda la muestra de celebraciones referidas a la
trashumancia en España.
Otras
manifestaciones en reivindicación de la trashumancia tradicional han ido
apareciendo en diferentes áreas del país en los dos primeros lustros del
presente siglo, como las Jornadas sobre Trashumancia, Cañadas y Desarrollo
Rural de Logroño auspiciadas por Caja Rioja y la Conferencia Internacional
sobre Cañadas y Vías Verdes organizada por la Junta de Extremadura, que ya un
decenio antes había impulsado una primera monográfica sobre el mundo de la
trashumancia en dicha región. No sólo se reivindica la función de la trashumancia
en los territorios peninsulares ibéricos, si no que otros agentes sociales de
los ámbitos insulares españoles impulsan la celebración de ferias de la
trashumancia y fiestas de los Pastores y de la Lana en la isla del Hierro,
reivindicando la figura del pastor trashumante y del nomadeo ganadero en
Canarias, del mismo modo que en ferias localizadas en las Baleares como las de
Sineu, Llucmajor o Vilafranca de Bonany, se pone de relieve el tradicional
papel de la ganadería en dicho archipiélago, con el recuerdo de los
tradicionales desplazamientos en altura a la Sierra de la Tramontana o al Plá
oriental de la isla de Mallorca.
Otras
convocatorias más recientes, que han tenido lugar de 2003 a 2006 están contando
con una notable repercusión y asistencia de público, tal es el caso de la
riojana Fiesta de la Trashumancia celebrada en la no menos celebérrima Venta de
Piqueras, dentro del Parque Natural de la Sierra de Cebollera, que ha recibido
más de tres mil visitantes en su última edición, y la Ruta Madrileña de la
Trashumancia «Trashumad», impulsada por la Comunidad de Madrid, en la que a lo
largo de cuatro días del mes de julio se realiza un recorrido a pie, en el que
se acompaña un rebaño ovino desde Colmenar a Buitrago atravesando diferentes
cañadas madrileñas; además, en paralelo al desarrollo de la ruta se realizan
varias fiestas trashumantes en distintas localidades con demostraciones de
perros de pastoreo, esquileo, cardado de lana, fabricación de quesos, cocina
pastoril, música popular castellana y artesanía tradicional, convocando a un
numeroso público proveniente de distintas localidades de la madrileña sierra de
Guadarrama, que en esas fechas albergan a una nutrida colonia de veraneantes,
atrayendo igualmente a un público proveniente de otras procedencias.
En
estos últimos años cabe destacar también la celebración de fiestas vinculadas a
la trashumancia de ganados en otras localidades de menor población pero con una
larga tradición trashumante, como la Fiesta de los Esquiladores en Teruel, la
Fiesta de la Trashumancia en la segoviana localidad de Escarabajosa de las
Cabezas, o la homónima de la valenciana Cheste, en la que se atraviesa su
antigua vereda y se ofrecen demostraciones pastoriles populares, la de
Aldeacipreste en la provincia de Salamanca con importante
participación de jinetes promocionado el caballo como vehiculo de transporte
por la Cañada Real Soriana Occidental, que atraviesa el termino municipal.
Un
primer balance de todo lo expuesto en este capítulo permite avanzar varias afirmaciones
al respecto: la trashumancia, aún atravesando una evolución recesiva en buena
parte del país, sigue estando viva como fenómeno funcional y productivo pese a
los distintos obstáculos estructurales que la afectan; además, se observa con
nitidez que sigue estando muy presente tanto en la memoria social y espacial de
los naturales de las zonas en las que se ha producido y se sigue manteniendo,
destacando a su vez la disposición de numerosos grupos de interés
(Universitarios, gremiales, culturales, excursionistas, etc.), que muestran una
preocupación creciente por el mantenimiento de su memoria y por su mejor
difusión en las áreas en las que aún pervive.
Lo que
en decenios anteriores se valoró como un desinterés social generalizado por
esta práctica ganadera, se ha focalizado ahora como un verdadero aliciente para
el mejor conocimiento de los territorios afectados por el modelo productivo y
social trashumante. La demanda local de sus valores y costumbres ancestrales ha
llevado a distintos ayuntamientos a reclamar sus viejas tradiciones, muchas
veces de la mano de grupos locales de interés integrados por personas con
vínculos propios o parentales con la trashumancia, tal es el caso de la
burgalesa Neila, reclamando un mayor interés social por dicho fenómeno. E
incluso se advierte un cierto interés político por parte de algunas
agrupaciones regionalistas, puesto de relieve a la hora de reclamar una mayor
atención al respecto en sus áreas de implantación.
De ahí
procede la génesis de diferentes museos, ferias o fiestas, en las que se
produce una acción mancomunada de grupos locales y ayuntamientos o comunidades
autónomas, siendo éstas dos instituciones las encargadas de la captación de los
fondos necesarios para su materialización, a las que suele añadirse el correspondiente
apoyo público de otras administraciones ya provinciales o estatales.
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