Él me enseño
a querer la naturaleza, a disfrutar de su belleza inconmesurable, de su
grandeza, a entender que somos uno con ella, que no somos otra cosa que naturaleza,
que provenimos de ella. Todo empezó
en mi tierra, el País Vasco, que tanto quiero. A 50 metro de mi casa tengo el
monte, un pequeño paso que da lugar a mi libertad personal, a que mi espíritu
se funda con lo que soy, aquí en el monte no soy juzgado por nadie y los
animales me acompañan en mis tristezas y alegrías. Aquí no tengo careta alguna,
soy como soy y me siento a gusto conmigo mismo. Al sur, la Sierra de Aralar y
las Mayoas, al norte el Mar con el monte Uzturre, al este Errospe y al Oeste
Ernio y Aldaba Txiki.
Este fue el
comienzo; un buen comienzo sin duda, y mi padre el impulsor de toda esa
motivación posterior. Ya con 9 meses de edad y enfermo de asma y alérgico, me
llevaba a sus espaldas y me hacía observar los árboles, pájaros y la inmensa
vista desde la cumbre de Uzturre, y desde allí respiraba la suave brisa
procedente del mar con nuestro viento del norte como protagonista. Cuando
ibamos a caminar me mostraba las hojas de los árboles y me enseñaba sus
nombres. Recuerdo que en el colegio recurrían a mi para preguntarme sobre temas
del bosque y me enorgullecía del padre que tenía.Después,
desde los 3 a los 5 años estuvimos acampando en El Embalse de la Cuerda
(Soria), cerca de Navaleno. Aquello me entusiasmaba, nos protegía una masa
boscosas de pinos y de noche cazábamos murciélagos con trapos. El lago me daba
mucho respeto, me intrigaba que hubiera remolinos y pensaba que me ahogaría en
uno de ellos. Cogíamos manzanilla para embotar. Una vez fuímos hasta los Picos
de Urbión en un Renault 6, que tenía mi padre con los amortiguadores
levantados, y también vimos los lagos de Neila, me pareció muy bonito. Me quedé
prendado de la Laguna Negra, con sus inmensas rocas en frente, y pinos con
ramas multiformes que hacían de aquel lugar algo mágico y embrujado. En el lago
de Panticosa anduve en barco a pedales, y me impresionó toda el agua que cabía,
y desde allí se podían divisar los Picos del Infierno. Después con
unos 6 años de edad, empezamos a acampar en el Parque de Ordesa, en el camping
de Oto. A la noche, las tormentas de verano me hacían acurrucar en mi cama,
cerca de mis padres y él me hablaba y llenaba de magia esas noches de tremendos
estruendos y oía como miles de gotas pegaban sin cesar la tela de la tienda. En
las noches despejadas me decía: “ mira Jon, esa es la Alfa Centauro, y aquella
la Osa Mayor”, y yo embelesado no hacía más que mirarlas, y hoy en día las sigo
mirando.
Me enseño a
pescar y en mis ratos libres me solía dirigir al río por una senda preciosa
llena de vegetación. En días buenos tiraba mi cucharilla, cuando no pescaba
nada hacia una última prueba que consistía en hacer unos últimos 15 tiros, una
vez en el útlimo tiro conseguí pescar una trucha. Otra vez, sentado en las
piedras de la orilla se me levantó una serpiente negra y blanca y se erguió
como de una cobra se tratara. Nunca he retrocedido tan rápido, recuerdo que
sobrepasaba mi cabeza, pero me fui contento de haberla visto.
Había un
monte que me tenía prendado, el Mondarruego, solo de verlo se me erizaban los
pelos, que grandiosidad! Desde el Puente de los Navarros a Bujaruelo, por donde
se accede al Gabarnie y de allí al Tallón. Ya con 7 años quería subir con mi
padre a estos montes pero claro, no me dejaba. De Ordesa se accedía al Monte Pérdido,
pasando por las Gradas de Soaso y la Cola de Caballo. Con 11 años llegué a las
clavijas de cotatuero, pero mi padre me ordenó volver atrás.
Puede que haya gente a la que haya que
convencer de que respete o ame la naturaleza mediante mensajes o frases
excepcionales, de enmarcar en un cuadro. Puede que a alguien le ayude, a mi
personalmente me ayuda el silencio, la meditación y la contemplación. La comunicación interna vale más que mil
palabras, es como estar con alguien y no necesitar hablar de nada, entonces
puede que hayas encontrado a la persona adecuada. Eso se sabe, con la naturaleza pasa lo mismo, no intentes forzar nada,
sale solo.
“ Eskerrikasko aita, natura eta bere
handitasuna maitatzen erakutsi didazulako”
“ Gracias aita, por haberme enseñado a amar
la naturaleza y ver su grandiosidad”
No hay comentarios:
Publicar un comentario