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lunes, 9 de junio de 2014

NUESTROS VECINOS, LAS AVES URBANAS

Nuestros vecinos, las aves urbanas

Gorriones y palomas. Esto es lo que se nos viene a la mente cada vez que pensamos en aves urbanas. Pero cuando profundizamos un poco, como en casi todo, descubrimos que son solo una pequeña parte de lo que nos podemos encontrar. Depende mucho de la zona,  el tamaño del núcleo urbano y su distancia con cultivos o con el monte. Pero paseando y poniendo atención hallaremos una biodiversidad sorprendente.


Escuchamos un canto metálico, fuerte y muy continuado, buscamos en los arboles cercanos y ahí está, nuestro amigo el verdecillo. Hay muchos paseriformes (aves con forma de gorrión) diferentes que encontraremos rondando. Jilgueros (llamados comúnmente colorines en el sur), verderones… Seguro que los mirlos está cerca, son los reyes de las ciudad. O un ave tan curiosa como el vencejo, que cada vez en mayor número, sobrevuelan los edificios. Difícil encontrar uno posado, ya que incluso para dormir siguen volando…

Paseando por el puente romano sobre el río Geníl en Granada, puedes preguntarle a la persona que tengas al lado: Oye, ¿has visto alguna vez alguna golondrina rubia? Seguro que te dice que no, aunque en ese mismo momento estén sobrevolando el puente, justo por encima de su cabeza, con las golondrinas comunes. Esto hace ver como la educación ambiental es fundamental, ya que algo que no se conoce no se puede conservar. Iniciativas como Desgranado Ciencia organizarán pronto talleres de reconocimiento de aves urbanas para divulgar precisamente eso, el conocimiento y la conservación.


 En ciudades costeras, como Málaga, las gaviotas están por doquier, mientras que algunos estorninos negros hacen gala de sus imitaciones. En otras, las cigüeñas forman parte de su paisaje durante la migración.

Algunas rapaces diurnas, sobre todo falcónidos, como el cernícalo vulgar o primilla, pueden habitar nuestras azoteas, e incluso el halcón peregrino, que venga a cazar de fuera o proceda de algún proyecto de reintroducción, como es el caso de Granada o Barcelona.

Si nos encontramos en un pueblo pequeño, rodeado de campo, esta biodiversidad se multiplica. Las palomas, que en las ciudades vemos constantemente, se quitan de en medio para dar paso a sus primas, mucho más grandes, la paloma torcaz. Tórtola turca y europea (cada vez más escasa), abubillas, abejarucos… pueden formar parte de su avifauna.  Y por la noche, si agudizamos oído y vista, podemos notar la presencia de lechuzas, autillos y mochuelos que toman el relevo a los cazadores diurnos.


 En definitiva, si se profundiza un poco podemos ver cosas que están ahí y que antes no veíamos de ninguna manera, y que nos harán darnos cuenta de que para disfrutar de una ruta ornitológica no tenemos que irnos muy lejos, ni a un espacio natural protegido lejano. Conocer para conservar!



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