Viana-Logroño-Nájera (38,5k)
El sol va iluminando Viana a media que me alejo. Los monótonos campos de cultivo de vides con péndulos racimos de pequeñas bombas de color dan paso a ruidosas fábricas conectadas en una gran red por un sinfín de carreteras. Los camiones pasan a gran velocidad junto al Camino. El aire turbio ya se percibe viciado. Pese a todo, la idea de llegar a Logroño me anima a continuar. Nunca he estado en la ciudad y su nombre de rima fácil me crea simpatía.
La salida dirección sur resulta más agradable. Extensas zonas verdes tapizadas de césped por dónde transitan decenas de personas paseando, corriendo o en bicicleta. Una ruta verde conecta este espacio de Logroño (que rima con otoño) con el parque de la Grajera, inmenso espacio natural que recuerda a la Casa de Campo de Madrid.
Atravieso sosegado el gran parque. Nadie me espera al otro lado. No tengo prisa por llegar a dónde quiera que me lleve el camino. El paseo es plácido. De nuevo vuelvo a oír un "buen Camino" a mi paso. Qué tendrá esa frase que me encuentre como sea, cambia la mueca de mi cara y surge una sutil o incluso una gran sonrisa.
Junto a una curva del camino, en una plataforma de piedra aguarda una pequeña virgen adorada con docenas de flores. Me detengo un instante para ofrecer mi primera oración del día. Inmóvil ante la imagen, observo a mi derecha como algo se mueve entre el arbolado. De un pino desciende una ardilla roja que cruza hacia mi dirección, sube la tarima de piedra y se detiene a escasos dos metros de mi. Justo en el momento de terminar mi rezo se marcha veloz en dirección opuesta. Una curiosidad más del Camino.
Me he detenido a reposar en un banco de granito y aprovecho para escribir estas primeras frases mientras disfruto de los presentes del parque. El aire respirado es limpio, una pareja de coll verds pasan por mi lado con sus cómicos andares, una focha común cruza lacónicamente el lago cómo si el tiempo se hubiese detenido, una pareja de alemanes almuerzan cerca regalándome el sabroso aroma de la mayonesa de sus sandwiches, la brisa balancea las hojas. El ambiente es vigorizante.
Sigo mi camino, alejándome progresivamente de Logroño (que rima, bueno sí, también rima con coño). Ya no pararé en las siguientes 5 horas hasta el pueblo de Ventosa. Únicamente detengo mi marcha para recoger reliquias que encuentro a mi paso o depositarlas en algún lugar de culto, como por ejemplo el trozo de un bastón grabado con oraciones o un trozo de concha con la Cruz de Santiago.
Al paso por Navarrete, visito su catedral que alberga un retablo que es otra obra de arte.
3 andaluces, un italiano y un madrileño llamado Javier serán mis acompañantes de viaje por la tarde, cuándo ya nadie camina.
Los campos resultan vivos llenos de vendimiadores que parece ser aprecian mucho el agua pues tienen sus guardianes exclusivos. Que no la toque nadie!
Me gustaría aprovechar la presente para dar un toque a ciertas personas que no acaban de tener ciertos conceptos claros. Señores caminantes, senderistas, aficionados al campo, usuarios de la naturaleza ocasional o habitualmente, a la típica pregunta con una piel de plátano en la mano: "esto es orgánico, lo puedo tirar no?". En efecto, sí, es orgánico y por tanto biodegradable, se puede tirar. Ahora bien, si este residuo, que al final es lo que es, se deja a la vista en un espacio de uso público, es decir, junto al sendero, la fuente o el merendero, es basura. Imaginen llegar a un espacio de picnic y que alrededor de la mesa esté lleno de cortezas de pipas, pieles de fruta en descomposición, etc, todo orgánico pero sucio. Por favor, si vamos a dejar el típico trozo de pan "para los pajaritos", hagámoslo con sentido común. Así, las cortezas de cacahuetes, pistachos, nueces, la monda de la naranja, restos de comida, etc, siempre será aconsejable sacarlo de la montaña, pero en caso de dejarlo se hará en un lugar apartado y fuera de la vista, como por ejemplo entre la vegetación a cierta distancia. Gracias.
Al fin llego a Nájera. El pueblo es bastante grande. A simple vista no tiene mucho encanto a excepción de unos rojizos cortados que le cubren la retaguardia. En ellos excavadas cientos de ventanas dónde parece que antaño habitaron. Sobre el cerro, decenas de buitres en su espiral ascendente.
Tras cruzar el precioso río hacia el casco histórico recorro tranquilo el conjunto monumental. Finalmente recaigo en un albergue dónde solo queda una cama disponible, que parecía estar esperándome. La Puerta de Nájera, posiblemente el mejor albergue en el que haya pernoctado. El lugar decorado con mimo y con encanto es atendido por su servicial propietaria que no tarda en hacerte sentir cómo en casa. Una completa cocina, su acogedor salón, el arte de las habitaciones, todo está dispuesto para acoger al peregrino como es debido. 3 mapas sobre la pared (España, Europa y el Mapa mundial) son la muestra más gráfica de los usuarios del Camino. Cojo mi alfiler, y como hacen todos los aquí hospedados, me dispongo a pincharlo sobre mi sitio en el mapa, cuando me percato que sobre Alzira hay ya 4 alfileres. Ahora hay uno más.
Tras los 3 días de desconexión del mundo, reactivo el móvil. No me encuentro nada nuevo, perfectamente hubiese podido continuar en la ignorancia, de hecho recomiendo venir al Camino sin nada que te conecte a una red social. No hay nada como andar solo tú y tu Camino para poder sacarle el jugo.
De nuevo horas sin dormir. El mismo dolor no me lo permite. Sigo con la intención de no adulterar las sensaciones del Camino. Nada de antiinflamatorios, medicinas de ningún tipo, ni tiritas ni vendajes. Esto empieza a doler de verdad.
Vine sin rumbo ni objetivo, pero contando con los días que me quedan me propuse finalizar en la catedral de Burgos a modo de gratitud hacia el Camino. Es por ello que mis etapas son de una media de 35km diarios. Por el momento voy cumpliendo.
El que voluntariamente baja la mirada se pierde los "buenos días"
En la mesa de Jesús siempre habrá sitio para Judas, pues si no, faltaría un comensal.
"Quello che non mi uccide, mi fortifica". Fiedrich Wilhelm Nietzsche
.Jose Alemany
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