Como dice un
proverbio vasco: “IZENA DUENAK IZANA DU”, es decir, lo que tiene nombre existe,
como también existe la leyenda de Teodosio de Goñi, que se sitúa en la parte
Navarra del Parque Natural de Aralar, en las faldas de Lekunberri. El
protagonista de la leyenda es Teodosio, un caballero navarro que vivió en
tiempos del rey Witiza, en el siglo octavo.
Teodosio de Goñi es
un personaje a caballo entre la historia y la leyenda. Fue un guerrero vascón,
hijo de Miguel de Goñi, señor del Valle de Goñi, hoy de Gesalaz, perteneciente
a la merindad de Estella, y propietario de una casa fuerte en lo alto de una
colina. Miguel de Goñi era uno de los miembros del Consejo de los Doce que
gobernaba el territorio navarro.
Foto: Autor. Bosque de las merindades del Santuario de San Miguel de Aralar |
Según la leyenda,
volvía Teodosio de Goñi a su casa después de guerrear contra los godos que
intentaban dominar Nafarroa, cuando se le apareció un hombre extraño en
Erretabidea, camino del valle de Ollo, y le dijo que su mujer, Constanza de
Butrón, le traicionaba con un amante. Loco de rabia, Teodosio espoleó su
caballo, llegando a su casa ya de noche y subiendo rápidamente al dormitorio.
Un rayo de luna entraba por la ventana iluminando la habitación, y el caballero
observó que había dos personas en la cama. Creyendo que eran Constanza y su
amante, sacó la espada y la clavó en los dos cuerpos de los durmientes,
matándolos en el acto.
Foto: Internet. Escena del crimen |
Al salir de la
habitación, Teodosio se topó con su mujer, que se había despertado al oírle
llegar.
—¡Constanza! —exclamó el
hombre sorprendido.
—¡Teodosio! ¡Qué alegría!
—exclamó Constanza a su vez, abrazándolo.
—Pero..., si tú estás
aquí, ¿quiénes son los que duermen en nuestra cama? —inquirió Teodosio sin
recuperarse de la sorpresa.
—Tus padres —le informó
su mujer—. Han venido a visitarme y les he dado la mejor alcoba de la casa, la
nuestra.
Teodosio
confesó su horrendo crimen al párroco Juan de Vergara y al obispo de Pamplona,
Marcial, quien le ordenó que fuera a Roma como peregrino para solicitar la
absolución del Papa Juan VII. Éste le impuso la penitencia de vivir fuera de
toda población, llevando una gruesa cadena ceñida al cuello y a la cintura y
una cruz de madera a cuestas, hasta el día en que, por el desgaste, la cadena
quedara rota.
Vagó
Teodosio por los montes de Hayedo, Andía y posteriormente de Aralar durante
siete largos años. Un día del año 714, se encontraba en una de las cumbres de
esta sierra, próximo, sin saberlo, a la boca de una sima en cuyas
profundidades, según los vecinos del lugar, vivía un dragón que mataba personas
y ganados fulminándolos con su lengua de fuego. Repentinamente el monstruo
surgió de la caverna y Teodosio se encomendó a San Miguel.
Foto: Internet |
—¡San Miguel! —gritó al
ver avanzar al dragón—. ¡Ayúdame!
Su grito se escuchó en el
cielo y Dios dijo al arcángel:
—¡Miguel! Te llaman en la
tierra.
—Yo no bajo si no es
Contigo —respondió el arcángel.
Foto: Autor. |
Bajó, pues, san Miguel
con Dios sobre su cabeza y luchó contra el dragón, matándolo. En el mismo
instante en que la bestia se desplomaba muerta, se rompió la cadena que ceñía la
cintura de Teodosio, y cayó al suelo.
Liberado
de su penitencia, Teodosio volvió a Goñi y tras abrazar a su esposa y a su hijo
Miguel, regresó posteriormente a la cumbre de Aralar, donde consagró el resto
de su vida al culto a San Miguel, construyendo un templo en su honor.
Foto: Autor. Santuario |
En agradecimiento por su
ayuda, Teodosio de Goñi y su mujer mandaron edificar el santuario de San Miguel
in Excelsis, al cual acuden todavía hoy las mujeres estériles que desean tener
hijos. En uno de los muros del templo hay un agujero por donde se oyen los
ruidos, dicen, del infierno. Es creencia popular que se quitan los dolores de
cabeza si se introduce ésta por ese agujero. También existen unas cadenas
colgadas en otro de los muros que, siempre según la tradición, son las de Teodosio,
y que quitan los males de cabeza y algunas veces hasta los de dientes si se dan
tres vueltas a su alrededor.
Foto: Autor. Entrada al Santuario |
Foto: Autor. Las cadenas de Teodosio de Goñi |
Foto: Autor. Según dicen metiendo la cabeza se van los dolores de cabeza |
Históricamente hablando, Los historiadores más antiguos del Reino de
Navarra no aluden al suceso de la aparición de San Miguel a Teodosio de Goñi
como origen del santuario de Aralar. Este argumento cobra cuerpo en la Edad
Moderna. La obra que más enfatiza este origen es la del padre Tomás de Burgui
(1774) que aporta detalles minuciosos sobre el suceso. Un siglo más tarde, el
novelista Francisco Navarro Villoslada recrea la situación con todo el lujo
romántico en su célebre novela “Amaya o los vascos en el siglo octavo”.
En la próxima entrega iremos en busca de minerales, conoceremos la maquinaria que se usaba y disfrutaremos del paisaje en el que sitúa.
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