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lunes, 27 de octubre de 2014

ERMITA DE SAN ADRIAN Y SANTUARIO DE ARANZAZU, DOS REFERENTES RELIGIOSOS



Como se comentaba en entradas anteriores el Parque Natural de Aizkorri-Aratz no solo alberga atractivos medioambientales o paisajísticos, sino que tiene también una enorme importancia cultural, religiosa e histórica.


Convendría saber que además del conocido Camino de Santiago Francés, otros itinerarios igualmente concluían en el pórtico de La Gloria. Entre ellos el Camino de la Costa que atravesaba las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya. Las constantes luchas que se sucedían en la cornisa cantábrica, provocaron que los peregrinos exploraran otras rutas alternativas más seguras, optando así, por la conocida como ruta alavesa.


En el paso de San Adrian un túnel perfora la roca por el collado Leizarate entre las sierras de Aizkorri y Altzaina en la antigua Calzada Real. Trecho perteneciente al Camino Real (Camino de Santiago) que enlazaba la comarca del Goierri con Zalduendo ya en tierras de Araba, y vía de comunicación por tanto entre Castilla y Europa.


El hallazgo en su interior de diversas monedas de los siglos XI y XII confirma que fue este un lugar de tránsito durante toda la Edad Media. A partir de la incorporación de Guipúzcoa a Castilla en 1200, como alternativa al paso de Otzaurte dominado por los navarros, se institucionalizó la nueva vía.


Durante el período de máximo esplendor, por la gruta de San Adrián transitaron reyes, príncipes y ejércitos, bandoleros, prófugos y peregrinos. En su interior había casas, cuadras, taberna, capilla…Hacía las veces de fortaleza, por lo que contaba con guarda permanente e incluso un alcaide a su mando. 


Túnel de San Adrian con su ermita.
Calzada romana que atraviesa la sierra de Aizkorri hacia Vitoria-Gasteiz



Así como el Túnel de San Adrián fue en su época un paso de peregrinaje y un referente religioso, acercándonos a la actualidad hablaré del Santuario de Arantzazu. En un barranco abierto por el río del mismo nombre, a través del que discurre una de las rutas principales en dirección a los montes de Aizkorri, se ha ido configurando, a partir del siglo XV, el foco religioso de mayor influencia del territorio.


Situado en el mismo corazón del Parque Natural alberga 500 años de historia acumulados en sus muros. El Santuario, rodeado del complejo monasterial y de instalaciones para peregrinos, ha sido, además de foco cultural y religioso, el centro de gravedad de una pequeña entidad de caseríos, parte de los cuáles todavía permanecen vigentes.


Después de haberse quemado varias veces, a veces de forma casual y otras intencionadamente como en las Guerras Carlistas, el monasterio ha sido reedificado varias veces. Finalmente, en 1951, se decide hacer una basílica nueva donde toman parte varios artistas vascos como pueden ser: Jorge de Oteiza (torres de la fachada y la campanil), Eduardo Chillida (las cuatro puertas de acceso al templo), Javier Álvarez de Eulate (vidrieras), Nestor Basterretxea (decoración de la cripta) y otros muchos.


No se puede concluir este apartado sin mencionar que fue en este lugar, en el Monasterio de Arantzazu, donde se creó el "euskara batua" en la década de los 1960. Unificación y estandarización de los dialectos de la lengua vasca que ha ayudado a su comprensión, difusión y subsistencia.




Basílica de Arantzazu





3 comentarios:

  1. Kaixo Iñigo.

    Conozco la zona desde hace... bueno desde hace mucho.
    Me permito contar una historia.

    Con motivo de ir a Azkorri, me llevé la alegría de saber que había sido de la “anaconda de Aranzazu” y del “Infierno según Confucio” y ello gracias al aita franciscano Luis Esnal.

    Siempre que íbamos desde Aranzau a los montes de la sierra de Azkorri y Aloña, a la bajada solíamos pasar por el “Museo de la Cripta del Monasterio”.
    No lo hacíamos por cultura, el motivo era el morbo.
    Morbo motivado por la representación gráfica del infierno. Ya que los misioneros franciscanos exhibían objetos de las misiones. Entre ellos se encontraba unos paneles de tela, que con dibujos detallados reflejaban como era el “infierno según Confucio”.Entre una mezcla de Jack el Destripador y Anibal Lecter veíamos cuerpos humanos destrozados, quemados , troceados y torturados. Todo ello con profusión de detalles de lo que nos espera en el infierno. Para dar ambiente al museo, su entrada estaba presidida, encima del dintel de la puerta, por una anaconda de seis metros, eso sí disecada y con la cabeza de cera.

    El caso es que con los años y las reformas del Santuario todo ello desapareció.

    Por ello siempre que volvia a esta zona me quedaba con las ganas de saber que había sido de todo ello.

    Con la mochila al hombro, pregunté en el Centro Espiritual, el encargado al llevar solo dos años allí, desconocía lo que le contaba. Así que me fui a la tienda de souvenirs, la dependienta me dijo que ella solo llevaba en el lugar cinco años, pero me remitió al monasterio y que preguntara por Aita Esnal, el más veterano de todos.

    Con esas me fui al monasterio y al recepcionista le pregunté por Aita Esnal. Este, por el altavoz interno llamó a Luis Esnal. Me dijo que tenia 92 años y que conocía todos los misterios de Aranzazu.

    Al de un rato viene aita Esnal. Con hábitos de franciscano y una sonrisa en la boca. Me presento y lo primero que me dice:
    -Tu mides un metro noventa y cinco. A ¿que no me equivoco ni un centímetro?
    -Pues no, no se equivoca.
    Le explico que ando buscando una anaconda de seis metros y un infierno y me contesta:
    - vamos a dar una vuelta por el monasterio a ver si lo encontramos.

    Mientras voy por un pasillo me dice:
    -¿Tienes un calendario del año que viene?
    -No. Todavía no.
    -Toma uno... por cierto ¿que día haces los años?
    -Tal día de marzo.
    Me mira y dice:
    -Cae en lunes.
    Miro al calendario y ¡cae en lunes!. Le pruebo con otras dos fechas y acierta el día de la semana.

    El caso es que me enseña medio monasterio y en concreto esa parte que no está abierta al público.
    Que si el comedor donde comían cuando eran 130 (actualmente me dice que son 34). Vemos cocinas, abre y cierran montónes de puertas, enciende (enciendo yo) infinidad de luces de diversas estancias. Y tras muchas vueltas, me lleva a la cripta donde estaba el museo, hoy abierta al público, con unos murales de un “bermeano modernista”, (intuyo que con Nestor Basterretxea...).
    Vuelta a los pasillos y estancias y llegamos aun sitio en el que me dice:
    -Si hubiese una guerra en este lugar te podrías esconder.
    Hay trastos por todos los sitios y abre una última puerta. Le brillan los ojos, esboza una sonrisa y me dice:
    -La culebra, la culebra.
    Efectivamente, en una pared se encuentra los seis metros de anaconda. Con la misma mirada e igual de misteriosa que cuando se encontraba en el museo.
    Respecto de las telas con la “fotografiás” del infierno chino, me dice que tras las reformas se las han llevado a Madrid.

    Aita Luis Esnal, me comenta que tuvo “que repetir curso” en el seminario y ello pese haber acabado y ello por cuestiones de la Guerra Civil. Y es que aunque no me lo dijo, no apostó por el caballo ganador (con perdón para los equinos).

    En esta ocasión no fueron la cantidad de buitres que vi (conté unos treinta), ni lo alerces pelados mezclándose con robles y hayas, ni la niebla de Urbía, ni lo cada vez más pavimentada que están dejando la subida. Esta vez, la alegria vino al ver una escurridiza amiga.

    Alberto.

    Naturmendi

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    1. Vale la pena dedicar un ratito a leer la experiencia de Alberto

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  2. Kaixo Alberto,

    Baya historia mas interesante. Parece sacada de una novela y la he leido como tal. Yo creo que todo el mundo tendrá lugares donde recordará cosas remotas y donde algo le hace sentirse especial, me alegro que en este espacio Natural te haya ocurrido a ti.
    De veras una historia muy interesante, gracias.

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