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jueves, 15 de enero de 2015

"LA MURTA", UN MONASTERIO CON VISTAS

Una invitación al paraje natural municipal de la Murta, en Alzira (Valencia), disfrutad de este vídeo:

La situación de este valle lo convierte en un lugar de recogimiento y tranquilidad, muy bien elegido para aquellos que buscan la paz interior y el contacto directo con la naturaleza. Los senderos que cruzan el valle, nos llevan por lugares de increíble belleza y marcados contrastes. Por la orientación del valle hay gran diferencia entre la solana y la umbría. En la primera encontramos el típico matorral mediterráneo, enriquecido con hierbas aromáticas y medicinales. Pero es en la umbría donde radica el mayor interés del paraje, con sus retazos de laurisilva (literalmente selvas de laurel). Además de este árbol de reminiscencias mitológicas y usos culinarios, forman este bosque otras plantas de hojas anchas y perennes, como el madroño, el tomillo y el mirto. En las zonas más húmedas encontramos también fresnos de flor y olmos mientras que lo más oscuro de los barrancos podemos ver acantos y helechos de diversas especies.
Todo el entorno de los valles de la multa y la Casella han sido una zona tradicionalmente visitada por numerosos botánicos, desde Cavanilles hasta José Borja Carbonell, quien en su estudio fitográfico de la Sierra de Corbera, realiza una descripción de la flora de la comarca, recogiendo 967 especies eminentemente mediterráneas.

Si el patrimonio natural es extenso, su patrimonio cultural no le va a la zaga. Dentro del valle existe una de las joyas monacales de la provincia de Valencia. El Monasterio de Nuestra Señora de la Murta.

Su historia espiritual, se inicia en el siglo VI con San Donato y sus eremitas, aunque el monasterio servetano fue asolado tras la invasión árabe. A partir del siglo XIV, se edificaron 11 Ermitas. Más tarde, los eremitas se pasaron a la orden de los Jerónimos a excepción de Pedro Barreda, que prefirió seguir el ideal eremítico hasta su muerte.
En el año 1401 empiezan las obras del monasterio empezando por la iglesia y situando el resto de edificios en torno al claustro. En 1410 el monasterio recibió la visita de San Vicente  Ferrer.

El Cenobio tuvo el nombre de Santa María de la Murta, epónimo del lugar porque allí se encontró una imagen de Nuestra Señora. De la talla que milagrosamente había aparecido bajo una murta, el padre Morera escribe: “era de barro, tan primoroso que se la puede considerar amasada por Dios, su estatura es de tres palmos el color del rostro moreno y abraza a su precioso hijo que tiene en la mano una nuez partida”.

Hasta el siglo XIX, fue un gran centro religioso y cultural, visitado por innumerables obispos, cardenales e inclusive reyes (como Felipe II).


La trayectoria del convento estuvo caracterizada por el mecenazgo de la familia Vich. Aunque el mayor protector fue don Diego Vich Mascó. Con el fin de las donaciones esta familia, empieza el declive del monasterio, que culmina con las desamortizaciones, que supusieron la venta en pública subasta del monasterio, sus posesiones y huertos.

RAFA AUDÍ LLOPIS

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