Nació en Ataun, Gipuzkoa, el 31
de diciembre de 1889. Su afición a los estudios etnográficos y prehistóricos le
convirtió en el discípulo más brillante de don Telesforo de Aranzadi, con quien
realizó después, en compañía de don Enrique de Eguren, la mayor parte de las
investigaciones arqueológicas y etnográficas que se han hecho en el País Vasco.
Miembro de una familia numerosa,
en 1906 ingresó en el Seminario Conciliar de Vitoria, donde pasó los siguientes
treinta años de su vida. Estudió francés, inglés y alemán y, en el Seminario,
las carreras de Filosofía, Magisterio y Teología. Una crisis religiosa, en
1913, le empujó a marchar a Alemania, donde tuvo oportunidad de conocer al
profesor Wundt, que impartía un curso sobre Psicología de los Pueblos en la Universidad
de Leipzig.
Caserío de Perurena-Zarre de Ataun. Fuente: Koldo Mitxelena |
Influido por el psicólogo alemán,
vio que era imprescindible el estudio de la cultura de la propia tierra, de tal
forma que decidió marchar a Bélgica y a Francia para ampliar estudios de
Etnología, Antropología y Paleontología Humana en la Sorbona y en el Instituto
de París.
Regresó al País Vasco, se ordenó
sacerdote y hasta 1936 fue profesor en el Seminario Conciliar de Vitoria.
Durante ese tiempo realizó diversos trabajos de campo junto a los catedráticos
Telesforo de Aranzadi y Enrique de Eguren, investigaciones que comenzaron por
una serie de excavaciones arqueológicas del castillo medieval de Jentilbaratza
(Ataun) y los dólmenes de la sierra de Aralar.
En 1916 Barandiarán comenzó
definitivamente sus investigaciones sobre la prehistoria y la etnografía vasca.
En verano de ese mismo año descubrió en Aralar, en el lugar llamado Argarbi,
nueve dólmenes prehistóricos. Así se formó el equipo de investigación
prehistórica Aranzadi-Barandiarán-Eguren. Juntos trabajaron los próximos 20 años,
hasta que la guerra de 1936 los dispersó.
Barandiaran en la cueva de Ekain (Deba), descubierta en 1969. Fuente: Koldo Mitxelena |
En 1927 fundó las revistas
Idearium y Gymnasium, dedicadas a la investigación socio-religiosa, y por estas
fechas hizo su doctorado en Teología y Prehistoria. Fundó la Sociedad de
Estudios Vascos, y su labor empezó a ser reconocida, lo que le hizo ser
considerado por la intelectualidad mundial como uno de los puntales de la
cultura vasca.
El estallido de la Guerra Civil
española hizo que se viera obligado a exiliarse en Francia, lo que no le
impidió continuar con sus investigaciones en el País Vasco Francés desde las
localidades de Biarritz y Sara, donde estableció su residencia. Allí le
sorprendió también la Segunda Guerra Mundial, durante la cual estuvo confinado
durante algún tiempo en Normandía. En 1951, comisionado por el gobierno
francés, realizó el censo de los monumentos megalíticos de este país y estuvo
al frente de la Sociedad de Prehistoria.
Curso de Etnología Vasca en la Universidad de Navarra, 1954 |
Poco a poco las investigaciones
realizadas anteriormente ascendieron a un plano científico. Fruto de este ascenso
fueron las excavaciones sistemáticas emprendidas en cuevas y en monumentos
megalíticos a lo largo y ancho de Euskal Herria: Santimamiñe, Lumentxa, Venta
Laperra, y las cuevas artificiales de Treviño, entre otros, y los dólmenes de
Aralar, Elosua-Placencia, Ataun-Burunda, Altzania, Urbia, Belabieta, Kalamua,
Auritz, Aurizperri, Gomti, Aralar, Urbasa y Entzia. Además, para estudiar los
materiales excavados, visitó museos en Francia, Suiza, Alemania o Austria, a
veces en solitario, otras acompañado de Aranzadi.
Desde que regresó a España del
exilio en 1953, para encargarse de la cátedra de la Universidad de Salamanca,
Barandiarán fue objeto de numerosas condecoraciones y honores, entre las que
cabe destacar la Medalla de Oro y el título de Hijo Predilecto de Guipúzcoa
(1982). En 1989 recibió la Medalla de Plata de la Academia de la Lengua Vasca,
creó la Fundación que lleva su nombre y, también ese año, el ayuntamiento de
Vizcaya le nombró "Hijo Predilecto" y fue galardonado con la Medalla
de Oro de Bellas Artes.
Joxe Miguel de Barandiaran en su casa |
José Miguel de Barandiarán
realizó durante esta última fase de su vida, hasta 1975, otro gran conjunto de
campañas tanto en Gipuzkoa, como en Álava y Bizkaia, y emprendió de nuevo las
investigaciones etnográficas dentro de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, además
de reanudar la publicación del Anuario de Eusko-Folklore. Creó el Atlas
Etnográfico del País Vasco, y con el objetivo de llevar a cabo las
investigaciones de campo, formó el Grupo Etniker de Navarra. Todos estos
trabajos son coronados en el plano académico por tres Doctorados Honoris causa
concedidos a José Miguel por las Universidades del País Vasco, Deusto (191986),
y Complutense de Madrid (1987).
En 1988, Eusko Ikaskuntza-Sociedad
de Estudios Vascos y José Miguel de Barandirán crearon una fundación cultural
privada en reconocimiento a la ingente labor científica que había realizado
éste: la Fundación José Migurel de Barandiarán. Fundación José Miguel de
Barandiarám. Un año más tarde publicó la obra Mitos del Pueblo Vasco.
En 1990, el ayuntamiento de San
Sebastián le concedió la Medalla de Oro de la ciudad. Cuando llegó a los cien
años, Barandiarán (que se encontraba trabajando en la elaboración del Atlas
etnográfico) fue objeto de un merecido homenaje que le ofrecieron diversas
personalidades del mundo de la cultura y de las artes. En 1991 quedó finalista
por segunda vez al Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales (la
primera había sido en 1988), que, finalmente, fue otorgado al historiador vasco
Miguel Artola.
Cumplidos 100 años, trabajó
preparando una serie de investigaciones etnográficos llevadas a cabo años atrás
en el pueblo navarro Ezcurra. José Miguel falleció el 21 de diciembre de 1991,
cuando quedaban 10 días para que cumpliera los 102 años de edad.
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