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sábado, 7 de febrero de 2015

La historia de la marjal, una simbiosis que no hemos sabido mantener con decencia.

 
Para conocer el origen de la marjal de Gandia nos deberíamos trasladar al menos 100.000 años en el lejano Pleistoceno, cuando los hielos cubrían medio planeta cono consecuencia de la última glaciación, la llamada Würm. La glaciación aumentó el volumen de los casquetes polares y en consecuencia provocó que disminuirá el nivel del mar, es decir, todo lo contrario que hoy en día. Parece que los primitivos habitantes de la Safor, los hombres que vivían en Bolomor, en la situación poco probable de que les gustara ir a veranear (sobre todo por el intenso frío que hacía), tendrían que andar bien cargados unos 20 kilómetros hacia el este para llegar a la playa. En aquel tiempo todos los terrenos hasta los pies del Mondúver eran una especie de estepa suficientemente fría y con escasa vegetación, por donde pastaban caballos salvajes y cabras, pero también elefantes, hipopótamos, rinocerontes, leones, lobos, monos, tortugas, asnos, uros o osos. Cuando finalizó la glaciación, hace unos 10.000 años, la Tierra se calentó, los geles se deshicieron y consecuentemente el nivel del mar aumentó. Hace unos 7.000 años, con temperaturas superiores a las de hoy en día, el agua ya cubría unos dos metros por encima del nivel actual, prácticamente a pies de Bairen, restando una reducida llanura litoral que el hombre neolítico comenzaría a cultivar. Dado que las ondas y corrientes del mar en el Golfo de Valencia de norte a sur, el depósito durante siglos de arena y sedimentos fue formando una barrera dunar que se cerró, formando una gigantesca albufera como la de Valencia. El agua del mar, aislada, se fue filtrando poco a poco a la tierra, al tiempo que sería progresivamente sustituida por los acuíferos actuales, perdiendo la salinidad.


Poco a poco sería colonizada por vegetación palustre, lo que permitió el desarrollo de la turba, lo característico de su color oscuro tan peculiar. Hoy día el área aún suele encontrarse inundada, sobre todo en otoño y primavera, dado el alto nivel freático del agua subterránea (prácticamente a nivel del mar), alimentada por la aportación de agua dulce de la lluvia, de los barrancos que provienen del Mondúver y los ullals o manantiales, drenando el exceso de agua en el mar tanto para las aguas subterráneas como a través de las acequias. Miles de años de formación, hasta la llegada del hombre. Pero esto no ha sido un gran favor a nivel ecológico y biológico para la marjal, ya que nuestra tendencia a explotar todo nuestro entorno ha llevado a la marjal a la situación actual, una plaga de explotaciones agrarias sin nada de valor conservacionista y ya no hablar de la introducción de especies exoticas como la trucha arcoiris y el black-bass que han sustituido a especies autóctonas como el samaruc a costa de cuatro pescadores pretenciosos, y todo esto avalado por las instituciones.


La solución? nosotros, los actores de esta gran producción de la naturaleza, debemos conseguir mediante nuestra estima un lugar intocable y a partir de ahí lograr el equilibrio ecológico que se merece este enclave, podemos hablar de filtros verdes, de restauraciones de ribera o de proyectos de ingeniería, pero todo eso parece ser, se acabo, y ahora nosotros tomamos el testigo y cambiaremos esta situación para que se recuerde aquella época en el que los habitantes de la marjal consiguieron cambiarla para bien por simple amor a la tierra, no por lucrarse ni sacar beneficio, si estamos dispuestos, entraremos en la historia y conseguiremos hacer auto sostenible un paraje con mucho valor cultural y ecológico.

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