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jueves, 5 de noviembre de 2015

Las carboneras, historia de un pueblo de montaña.





            La producción de carbón vegetal fue una actividad ampliamente desarrollada en el Carrascal hasta mediados del siglo XX, época en la que el oficio de carbonero entró en declive  debido a la electrificación de los hogares.

            Todavía hoy se identifican algunas antiguas carboneras que aparecen distribuidas por diferentes áreas, principalmente junto a los caminos que atraviesan el paraje ( senda del Pla de la Mina al Menejador, camino al Mas de Tetuan, etc.). Uno de los testimonios más evidentes de esta actividad se ha conservado gracias al topónimo de un paraje situado a los píes del Mas de Tetuan: el Barranc de les carboneres.



            La existencia de estas carboneras ha dejado un impacto en el paisaje, ya que se pueden observar rodales que presentan una superficie regular, en los que hay escasa vegetación. La construcción de pilas de leña aumentaba el peligro de incendio del bosque, motivo por el que se escogían o delimitaban áreas deforestadas. Otro aspecto que observamos en las carboneras es el color y la textura del terreno de la explanada. Aunque sirve cualquier tipo de leña para hacer carbón, la carrasca ofrecía mejor rendimiento por lo que respecta al peso y a la densidad de este combustible de origen vegetal.







                         Foto del panel informativo del Plà de la Mina. (Font Roja)





            Para la construcción de la carbonera se empleaba leña seca de diferentes grosores. La más gruesa se ponía en el centro, en posición vertical; con las ramas se terminaba de llenar completamente la pila, que solía tener forma circular, y se cubría con una capa de tierra húmeda de forma que se produjera una combustión lenta y reductora.





                         Reproducción de una carbonera. Plà de la Mina.





            El proceso de combustión solía durar una o dos semanas, dependiendo de la medida de la carbonera. Esta actividad necesitaba vigilancia permanente de los carboneros, que también dormían en barracas situadas al lado de las carboneras. Por este motivo los grupos que se dedicaban a esta actividad estaban formados por familias, cuyos miembros compartían las diferentes labores de este trabajo tan marginal.



            Finalizada la combustión se dejaba reposar la carbonera hasta que no existiera peligro de que se encendiera el carbón al desmontar la pila. Después se clasificaba el carbón y se transportaba, con bestias de carga o con carros, hasta los almacenes de los pueblos.


Javier Bou Alemany


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