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lunes, 11 de enero de 2016

Reto vital en la costa mestral de Menorca

La costa Mestral de Menorca reúne un conjunto de elementos de gran interés naturalístico (Zona Natura 2000 LIC, ZEPA y Reserva de la Biosfera), etnológico, histórico y paisajístico. También incluye una finca que adquirió el Ministerio de Medio Ambiente y que pasó a gestionar el Organismo Autónomo Parques Nacionales, Alfurí de Dalt, con la intención no fraguada de convertir la zona en un Parque Nacional. Tal riqueza de recursos concentrados en torno a un enclave tan singular e inhóspito, el acantilado (límite vertical entre el mar y la tierra), tienen en común una especial lucha por la vida. Como si la abrupta y repentina  división entre el mar y la tierra del acantilado fuera un aviso de lo delgada que puede ser la línea entre la vida y la muerte para los seres vivos que allí habitan. Y no sólo a nivel de fauna y flora, el trozo de costa por el que transcurre el itinerario está plagado de historias humanas de supervivencia, en algunos casos exitosas y en otras trágicas. A la magia de ese lugar hay que reconocer que contribuye el hecho de que sea uno de los puntos de España donde el viento más se deja sentir, que a través de su fiel correa de transmisión en forma de tempestades marítimas invernales de tramontana, deja claro la fuerza imponente de la naturaleza.
Foto de balearsculturaltour.net: Pardela balear o “Baldritja” (Puffinus mauretanicus), uno de los endemismos que nos pueden sorprender. En este caso cabe apreciar su valor, siendo la única ave marina endémica de España. 
 A pesar de su enorme valor, a la práctica se puede decir que es una de las zonas menos valoradas de la isla (debido seguramente a que es una zona de costa que casi no alberga playas de arena), lo que se traduce en una nula gestión y ordenación específica de forma paradójica a su nivel de protección. Dichas circunstancias, unidas a nuevas amenazas de megaproyectos energéticos que acechan, plantean un importante reto conocido pero no por ello denostado hasta nuestros días: poder encontrar el equilibrio entre su uso y que a la vez no se degrade el entorno y sus valores.

Tal vez la solución pase por conseguir que la sociedad valore debidamente la gran importancia de este espacio a través de su divulgación, conocimiento y fomento de experiencias vivenciales adecuadas, ordenadas y planificadas.
 
Foto propia: su costa carece de grandes playas de arena, pero no por ello es menos bella.
A su vez, los diferentes actores implicados en impulsar una posible figura de protección que vincule una planificación y gestión específica de la zona, como sería la declaración de Parque Nacional, deberían implementar una adecuada estrategia comunicativa, ser pedagógicos y dar signos claros a la población local de su inclusión mediante procesos de participación efectiva, compatibilidad con los usos tradicionales respetuosos, y de las enormes ventajas que puede comportar todo ello a nivel de desarrollo local, turístico, recuperación de bienes etnológicos e históricos (ya sean materiales o inmateriales). En definitiva, de valorización del espacio y su conservación para dejar un legado digno a las futuras generaciones.

Contribuir humildemente a tales soluciones, junto al valor sentimental que uno tiene hacia ese rincón de isla (al haberlo respirado desde la infancia), es el motivo de este video. 


Trabajo realizado por: Agustí Mercadal López

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