Tributo a George Beals Shaller
Cuando
era pequeño me encantaba leer (y releer) libros sobre lejanas e inhóspitas
regiones del mundo. En la biblioteca de mi casa devoraba, entusiasmado, aquéllos
que trataban sobre la fauna y hábitats de regiones como África, América, Asia,
Oceanía y el Ártico. Soñaba con ser un explorador, un expedicionario o un aventurero que recorría vastos
desiertos, remotos altiplanos, áridas estepas, ignotos valles de montaña o
profundas junglas, en busca de nuevas especies de animales nunca vistos.
Me
imaginaba a exploradores como Livingstone, Burton, Speke, Scott, Amundsen, y un
largo etcétera, abriéndose paso
por países desconocidos, topándose y tratando con tribus muy diferentes, con
unas culturas tan distintas a las suyas, como los masai en Kenia o los inuit en
el Ártico. Me preguntaba cómo se debieron sentir al observar por primera vez sobrecogedores
parajes de gran belleza como el lago Tanganika y las cascadas Victoria, lugares
que hasta ese momento ningún europeo había visto.
Creo
que todos ellos compartían una pasión enorme por la belleza del mundo, y es que
la naturaleza nos brinda una belleza inconmensurable y salvaje. Sólo hace falta
alejarnos de nuestras ciudades y adentrarnos en los bosques y montañas (no están
tan lejos de casa como pensamos) para poder contemplarla y deleitarnos con
ella. Por ello, pienso que la conservación ambiental es de suma importancia.
Esa belleza se la tenemos que dejar también a las futuras generaciones. Sería
injusto privarles de ello.
Hace
poco llegó a mis manos un libro titulado Un
naturalista y otras bestias. Este libro volvió a hacerme soñar. Su autor,
George B. Schaller, un grandísimo biólogo que ha dedicado su vida a estudiar y
proteger los animales, nos cuenta, a modo de antología, diversas historias y
periodos de su vida. Una vida admirable, en la cual ha convivido con numerosos
animales en sitios como el Parque Nacional del Serengueti en Tanzania, los
volcanes Virunga en Ruanda, las altas montañas del Himalaya y la selva del Amazonas.
George B. Schaller fotografiado por su esposa en el altiplano tibetano de Chang Tang |
Su
vida es un ejemplo de dedicación a la naturaleza, a los animales y a su conservación. George Schaller es
considerado el último gran naturalista del siglo XX. Heredero de exploradores,
biólogos y expedicionarios que a lo largo de la historia han ido descubriendo
poco a poco nuestro planeta, su vida ha estado dedicada a esa gran pasión
por observar y proteger a distintos animales, que en su mayoría sufren un grave
peligro de extinción, como el gorila de montaña, el leopardo de las nieves, y
el oso panda entre muchos otros.
Durante
años convivió con ellos estudiando sus comportamientos y relaciones. Muchas de
las especies que estudió eran objeto de mitos que las tachaban de agresivas o
peligrosas y, por ello, había que exterminarlas, dándoles caza
indiscriminadamente. Schaller desmitificó todas estas creencias y estableció la
enorme importancia de conservar tales especies. Se percató de que el origen de
los falsos mitos era la incultura humana y también, cómo no, las ganas de
lucrarse sin tener en cuenta a la especie, ni el daño que se genera en el
planeta al acabar con ella.
Sus
estudios empezaron con carácter científico, pretendiendo fundamentalmente la
descripción de la realidad, pero poco a poco, adquirieron un carácter más
emocional y acabaron siendo una manera de demostrar la importancia de proteger
a muchos animales, que hacen de este mundo más bello, más diverso.
Como
ejemplo, el caso de los gorilas de montaña, simios tildados de agresivos y
matahombres, cuya existencia ha estado siempre acechada por la caza. Durante
los dos años que convivió con los gorilas en los volcanes Virunga, George Schaller estableció estrechos vínculos
con un grupo de ellos. En su libro nos describe apasionadamente lo social e
inteligente que es este primate, los buenos ratos que pasó observando sus hábitos
y costumbres y que, en ningún caso, es el animal peligroso que nos pintan.
Después de esa experiencia, durante décadas ha estado luchando incesantemente
por su protección.
Lo
mismo ha hecho con otras especies, como el jaguar, el cual se encuentra
fuertemente amenazado en áreas como la selva de Brasil. La caza furtiva hace
mucho daño y este felino está cada vez más amenazado. Aunque teóricamente
existen unas leyes que lo protegen, a la hora de la verdad no se toman en
serio, y lo único que importa es el dinero que se pueda conseguir de este
animal. La excusa: Es un animal muy peligroso, que mata al ganado (como en España
con el lobo), cuando en realidad las cifras de ataques al ganado son ridículas.
El jaguar aporta riqueza y equilibrio al ecosistema, y ayuda a mantener la integridad
estructural de los sistemas forestales mediante el control de los niveles de
población de sus presas.
Varios libros de George B. Schaller |
George
B. Schaller, aún con 83 años, sigue luchando por estas causas que apasionadamente
lo han guiado durante toda su vida.
Quiero acabar este tributo con un
pensamiento que resume su planteamiento acerca de la conservación ambiental:
"Puedes hacer la mejor ciencia del
mundo, pero no será realmente importante si no hay emoción en ella. La
conservación del medio ambiente está basada en la emoción, viene desde el corazón
y uno nunca debería olvidarlo".
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