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jueves, 7 de diciembre de 2017

LA VIDA Y LA MUERTE


El tema de esta entrada se centra en la caza, eje fundamental entorno al cual se establecen numerosas relaciones económicas y sociales en el Parque Natural Sierra de Hornachuelos.

La caza aunque suele estar rodeada de ciertas controversias, con sus detractores y sus defensores, es quizá unos de los modos de vida más relevantes, o al menos el que más dinero aporta a los núcleos de población más ligados al Parque como puede ser la localidad de Hornachuelos, en este pueblo la caza forma parte de la vida de sus habitantes, siendo elevado el número de cazadores en la localidad, y asentando entorno a esta actividad numerosos negocios y transacciones económicas como la gestión de cotos, la vigilancia y guardería, compra-venta de trofeos y cuernas, venta de puestos de caza, venta de carne de monte, contratación de rehalas de perros, contratación de mulos para sacar piezas abatidas de zonas de difícil acceso del monte, venta de armas, cartuchería, ropa de caza, alojamientos y comidas para los cazadores que vienen de fuera, servicio de catering, veterinarios, taxidermistas, mantenimiento de fincas y cotos de caza, producción y aprovechamiento de SANDACH (Subproductos Animales No Destinados Al Consumo Humano), salas de despiece para comercialización de carne de monte, etc. convirtiéndose la Sierra de Hornachuelos en una destacada referencia en el mundo cinegético.



A lo largo del tiempo se han extendido en este espacio natural importantes cotos poblados en su mayoría por ciervos y jabalíes. La verja de los Jardines de Moratalla (lugar que veremos en próximas entradas) está coronada por jabalíes de bronce a ambos lados, denotando que entramos en una zona muy conocida por la riqueza de dichos cotos, en los que reyes y aristócratas satisfacían su afición a la caza, Alfonso XI en su tratado de caza mayor llamado: “Libro de las Monterías” se nombran lugares de abundante caza apareciendo comentarios como: “La dehesa de Hornachuelos es buen monte de oso en invierno”, lo que invita imaginar la cantidad y diversidad de especies animales que habitaron estas tierras en tiempos pasados y que desgraciadamente sólo podemos hacer eso, imaginarlos.



El acto de la caza según lo cuentan los cazadores es algo más que abatir una pieza o conseguir un trofeo, según ellos cazar en vivir una experiencia, madrugar, realizar los preparativos del equipo que van a utilizar, quedar con los compañeros para desayunar y compartir charla, realizar el sorteo de los puestos de caza donde se explican las normas y el desarrollo que va a tener la actividad, crear la “tactica” de caza ya sea concretando puntos de suelta de las rehalas de perros o colocando las armadas de cazadores en los lugares correctos (las armadas son grupos de cazadores que son colocados en el monte por el “postor” normalmente en línea y separados los unos de los otros por seguridad), tras finalizar la montería realizan una “junta de carne” donde reúnen las piezas abatidas y un veterinario procede a su inspección sanitaria, ya que casi en todas las monterías la carne pasará a ser comercializada, tras este acto los participantes suelen asistir a una comida organizada por los gestores del coto de caza y que suelen ser preparada por un servicio de catering.

Estas comidas frecuentemente son momentos de charla donde comentan cómo ha ido la cacería, qué ha conseguido matar cada cazador, comentan el tipo de piezas abatidas, etc. y por supuesto algo muy típico en cacerías de “alto standing” es el aprovechar también para cerrar negocios financieros de otros ámbitos que puede que nada tengan que ver con el mundo cinegético, escuchándose frecuentemente entre los habitantes del lugar comentarios de que hay cacerías que se montan expresamente para invitar a un determinado participante con el que se tiene algún importante trato a medio concretar.

Foto extraída de la web elcotodecaza


Existen en el Parque Natural 65 cotos de caza siendo en su mayoría cotos de caza mayor, donde la mayor parte de las cacerías se hacen en las modalidades de montería (suele estar enfocada a ciervos) y de batidas de jabalíes, existiendo también cotos de caza menor donde en algunos de ellos la caza de la perdiz con reclamo llega a tener muchos aficionados.
El ciervo es con diferencia la especia más cazada, seguida por el jabalí, y muy alejadas en cifras en muflón y el gamo.

Dentro del Parque Natural hay cotos en los que cualquier aficionado a la caza se puede permitir participar o incluso ser socio, pero por otra parte, en determinadas fincas de caza que poseen gran prestigio y renombre en el mundo cinegético, participar en una montería pagando por un puesto de caza puede llegar tener unos precios que están al alcance de muy pocos bolsillos.

Cotos de caza en el P.N. Sierra de Hornachuelos





La caza supone en algunas ocasiones “una de cal y una de arena” para este espacio natural protegido, por una parte las fincas privadas las cuales están acotadas invierten grandes esfuerzos económicos y de personal durante todo el año en mantener en el mejor estado posible el “trozo de Parque” que albergan, ya que con ello favorecen el desarrollo de las especies cinegéticas siendo un atractivo para las visitas de los cazadores en la época de caza, aunque por otro lado también hay que reseñar que estos cotos de caza se encuentran cercados con mallados cinegéticos, dificultando el libre movimiento de la fauna, así como en ocasiones algunos sectores minoritarios han empleado el uso de cebos envenados y de cepos, con el consiguiente peligro para todos los animales ya que se trata de elementos no selectivos y prohibidos.

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