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domingo, 15 de noviembre de 2020

Las Galápagos Mediterráneas

 

Menorca, una pequeña isla en el corazón del Mediterráneo, pertenece junto a Mallorca Ibiza, Formentera i Cabrera al conocido como archipiélago Balear. Un conjunto de islas que se encuentran aproximadamente a unos 120 km de la península siendo este el punto más cercano. Como indica la misma palabra ”estar aislado” puede suponer una ventaja sobre todo en cuanto a la fauna y flora del lugar, limitando las influencias de la península, tanto de especies invasoras como de factores antrópicos. Tenemos pues, hábitats singulares, únicos y poco alterados. No es de extrañar que, en este contexto de aislamiento, algunas especies se hayan diferenciado de manera única, ya sea evolucionando de manera distinta que sus congéneres, o no evolucionando, manteniendo sus caracteres originales mientras que en otras partes del mundo sí lo han hecho. A estas especies, las llamamos endemismos, ya que sólo se encuentran en ese lugar concreto del mundo.

Los endemismos más famosos en Menorca en cuanto vida animal, encontramos la sargantana     Podarcis lilfordi , el caragol Iberellus Minoricensis  o el escarabajo Timarcha balearica.


                      Sargantana Podarcis lilfordi Fotografía de biodiversidad virtual.org


                            Escarabajo Timarcha balearica Fotografía de naturalista.mx

Si hablamos de los vegetales, encontramos un total de 1400 especies distintas, ¡de las cuales 83 son endémicas! Es decir, tenemos 83 especies de plantas que sólo se encuentran en la isla de Menorca, pequeña pero infinitamente rica.

Desde apios diminutos, dedaleras, violas, la vicia bifoliolata u orquídeas que parecen de otro planeta pero que son endemismos de las Baleares. Tenemos otras 15 especies de orquídeas silvestres mediterráneas, y aunque no son endémicas, merecen especial atención. 


                                             Ophrys balearica Fotografía propia

 

                              Vicia bifoliolata Fotografía de menorcabiosfera.org 


Aunque es el clima Mediterráneo, marcado por veranos secos y calurosos, e inviernos suaves, quién moldea el paisaje, ha sido la actividad humana que, en un período de tiempo relativamente corto, ha cambiado drásticamente el entorno.

Hace 5000 años, aproximadamente el mismo período en qué aparecieron las primeras poblaciones humanas en Menorca, el bosque estaba constituido sobre todo por encinas y acebuches, quedando los pinos relegados a pequeños claros. Era el tipo de vegetación estable y primitiva que durante miles de años se había adaptado a las condiciones mediterráneas. La encina, es un árbol resistente a los incendios y tiene buena capacidad de rebrote. Al ser bosques de sombra, el estrato inferior se desarrollaba poco, dificultando el avance de posibles incendios. También se daban condiciones de alta humedad i baja temperatura, permitiendo el desarrollo de musgos y líquenes, haciendo que más especies de pájaros anidaran en el bosque.


                                       Fotografía de es.123rf.com de Butus

Durante los últimos 150 años, y a causa de la degradación del encinar por la actividad humana, el pino ha ocupado su territorio, haciendo el entorno más vulnerable ante posibles incendios y con menos biodiversidad. Aún así, Menorca cuenta con largos caminos y senderos, como el famoso camí de cavalls, que atraviesan zonas boscosas bien conservadas con rincones espectaculares. Actualmente, la gestión forestal, está encaminada a favorecer otra vez el encinar, tanto en la isla como en el resto de la península. 


                                                  Parte del camí de cavalls

Intentando devolver poco a poco, lo que hemos tomado prestado del medio, con la esperanza de no haber provocado una herida incurable en la naturaleza. Sin lugar a dudas, Menorca parece cicatrizar muy bien esas heridas que hemos causado.


Pau Campàs Pongiluppi 

 

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