El hombre es un lobo para el lobo...

El amigo y naturalista Jose Carlos de la Fuente nos ha dejado un relato precioso, una reflexión impresionante sobre las leyendas que persiguen a este animal:

En los años cincuenta, mi madre tenía once años en una aldea a los pies de la sierra Morena jienense. Una noche de verano decidió volver a su casa desde la de la familia a cuyo hijo cuidaba como niñera. Insistió en no quedarse a dormir y en que no la acompañasen, no había mucha distancia entre la aldea y el barrio donde ella vivía. Al pasar por una higuera cerca de una balsa a las que muchas noches acudía la fauna salvaje, se topó con un lobo. Corrió y lloró, imaginando que el animal la perseguía hasta que se encontró con un vecino que la tranquilizó y la acompañó a casa, justo a tiempo de ver al cánido irse trotando por una veredilla. “Me cago en la hostia! ¿De dónde salen estos bichacos?” Si os lo habéis preguntado, la niña no llevaba caperuza roja y el vecino no era cazador, había salido al olivar obligado por una imperiosa necesidad fisiológica. El lobo feroz seguramente estaba comiendo higos.

Me pasé la infancia escuchando este y otros relatos de lobos, con mi madre y su padre, mi abuelo, como únicos intermediarios entre el lobo y yo. En realidad, nunca encontré en sus historias ningún indicio de agresividad de aquellas bestias hacia ellos. La vez que he estado más cerca de un lobo salvaje, ya sin intermediarios, fue en pleno día, lo que le quitaba bastante la atmósfera de terror al momento, su reacción fue la normal en cualquier animal salvaje, salió corriendo y yo corriendo detrás suyo. El hombre es un lobo para el lobo.

Es un placer y una oportunidad compartir unos pasos por el monte con Jose Carlos, son muchos años de experiencia y de interés e implicaciones en el medio natural y rural.

                                                                                   Gracias Jose Carlos.....