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martes, 17 de febrero de 2015

En tributo a: CAROLINE CANNON. Una lucha incansable por la protección del ecosistema marino en Alaska.

No es difícil encontrar defensores medioambientales, algunos son mundialmente conocidos y los podemos conocer mediante programas televisivas o incluso publicidad mediática.

En este trabajo tenia la intención de encontrar alguien que me sensibilizara y además no fuera un personaje demasiado conocido.


Mi curiosidad por la vida esquimal y los problemas del ártico dieron con una activista como Caroline Cannon.

Caroline Cannon, nació y creció en una comunidad Inupiat de Point Hope, Alaska, una remota aldea en las orillas del Mar de Chukchi de menos de 700 personas ubicado a 200 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico.

La comunidad Inupiat se caracteriza por su unidad como colectivo, todos juntos para sobrevivir y mantener a sus familias. Los ancianos de la aldea enseñan a todos en la comunidad a cuidar unos de otros y respetar la tierra y el mar. Alimentados por estos valores a los niños se les enseña a temprana edad para cuidarse en común y respetar el entorno natural que les proporciona alimentos, ropa y refugio.

En Point Hope, el océano permanece congelado hasta seis meses al año. Dependen de la biodiversidad de la región, tales como ballenas, osos polares, peces y aves migratorias. Viven de manera sostenible de estos recursos marinos, como sus antepasados lo han hecho durante miles de años.

El cambio climático está volviendo accesibles los recursos naturales del Artico, El hielo hoy cubre la mitad de superficie oceánica que en 1999, lo que permite llegar a recursos que por milenios fueron inaccesibles. Entre los cuales está el 22% del petróleo y gas sin descubrir del mundo, estima el U.S. Geological Survey. La región, de 14,5 millones de kilómetros cuadrados, que abarca partes de EE.UU., Canadá, Groenlandia, Islandia, Noruega, Finlandia, Suecia y Rusia, alberga además yacimientos de oro, plata, cobre, zinc.

Esta carrera por la riqueza no tiene sentimientos, no entiende de culturas minoritarias como la de los Inupiats, este capitalismo feroz se convierte en el depredador de recursos que ponen en peligro la vida en nuestro planeta.

Caroline Cannon se convirtió en la cara y voz de la comunidad Inupiat al liderar una demanda federal desafiando el plan de desarrollo de petróleo y gas en alta mar 2007-2012. Su participación en el juicio fue determinante para la sentencia que en 2009, un tribunal federal dictaminó que los contratos de arrendamiento de petróleo y gas no tuvieron en cuenta los impactos significativos en el medio marino de la región, ordenando la paralización de los mismos.

Durante todo el litigio contra la prisa para perforar en los mares árticos. Viajó a través de Alaska y Washington, DC asistiendo a cientos de reuniones, conferencias y cumbres federales, acerca de lo que está en juego y compartió su profundo conocimiento tradicional del medio ambiente marino del Ártico, incluidos los patrones de migración de ballenas, hábitat de la morsa y la dinámica de movimientos del casquete polar en la región.

Ella fue el detonante para que cientos de científicos apelaron al presidente Obama para detener la perforación en el Ártico hasta que los expertos pueden estudiar los impactos de la explotación de petróleo propuesto en los ecosistemas marinos de la región y de las comunidades nativas.

Además de haber servido como presidenta de la aldea natal también lo es de la junta de la Asociación Maniilaq, una organización de salud cuyas clínicas proporcionan la tan necesaria atención médica en ausencia de hospitales locales.

Foto: Agencias /Nueva  York
Caroline Cannon fue galardonada con el Premio Goldman 2012, que honra a los activistas de base que trabajan hacia metas ambientales en todo el mundo. Su mensaje sigue sonando con fuerza, a miles de kilómetros de su casa de Alaska. "Que sólo se nos reconozca por lo que somos", dio. "Yo llevo el mensaje en mi corazón por que sé que cuando sigo lo que se ha inculcado en mi, no puede ir mal".

Por: Manuel Sancho Galdón


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