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martes, 23 de febrero de 2016

La educación, un factor fundamental

Quiero rendir tributo a mis padres, que han sido el pilar en mi concienciación medioambiental, pero antes veo oportuno una pequeña introducción para orientar de cómo me di cuenta de ello.

El 18 de agosto de 1995 marcó un antes y un después en mi vida y fue cuando comprendí cuanto valoraba la naturaleza, que hasta entonces  tenía interiorizado pero de manera inconsciente.

Ese día por la mañana se inició uno de los mayores incendios forestales  en la isla de Menorca y desde la ventana de mi casa se veía la inmensa columna de humo blanco – amarillento.



A lo largo de las horas saltó la alarma en todo el pueblo y recuerdo que se pedían voluntarios para tareas de extinción del fuego, debido a que los medios de aquel entonces eran escasos para tal magnitud.

Personalmente me invadió una gran necesidad de ayudar para poder controlar y parar aquel suceso que estaba arrasando con el bosque. No me dejaron, era menor de edad.
 
Una vez extinguido el incendio fui a ver las consecuencias, observando un paisaje desolador
A partir de entonces me prometí que cuando acabara los estudios que estaba cursando, me dedicaría a eso, y así fue. Este suceso fue lo que me hizo ser consciente de mi admiración por la naturaleza, que es gracias a mis padres y a los que les quiero dedicar estas líneas.

Mi madre se crió en el País Vasco y sus padres pertenecían a un club de montañeros, por lo que casi todos los fines de semana se iban al monte. Mi padre se crió en Madrid y cuando llegó el momento de independizarse la ciudad no le resultaba atractiva. Ambos se conocieron en la capital. Fueron en busca de trabajo lejos de la urbe y tras unas vacaciones de una semana en la isla de Menorca, decidieron quedarse a vivir allí. Fue inmediato, gracias  a la magia del lugar.

 


Era un paraje perdido en el tiempo, virgen y aislado, donde todavía se conservaban las costumbres tradicionales del campo con un patrimonio etnológico muy especial.

El turismo justo acababa de iniciarse y durante los años ‘80 empezó el “boom” de la construcción de las nuevas urbanizaciones turísticas donde lo único que importaba era enriquecerse sin tener ningún escrúpulo respecto a la naturaleza. Se pretendían hacer verdaderos desastres en el medio natural y hubo un grupo, el GOB (Grup Balear d'Ornitologia i Defensa de la Naturalesa), que se movilizó defendiendo la protección de zonas naturales por su gran interés ecológico y paisajístico,  al que mis padres  apoyaban mediante diversas actuaciones y movilizaciones sociales, llevándome con ellos. Estaban involucrados en la concienciación y conservación del medio ambiente, y de forma directa e indirecta me lo transmitieron.

Les estoy enormemente agradecida, entre otras muchas cosas porque el entorno en el que me he criado es realmente un tesoro y aunque han habido cambios, ya que Menorca en la actualidad depende en gran medida del turismo que va en aumento,  sigue siendo un lugar donde poder disfrutar de la belleza y la armonía natural.
La isla de Menorca fue declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO en el año 1993
Creo que han sido un cúmulo de factores durante mi trayectoria lo que me ha influenciado respecto al medio ambiente, dando prioridad a la educación recibida por mis padres y a los valores que me inculcaron, a mi entorno natal elegido por ellos y  a aquel suceso puntual de 1995 que me cambió totalmente de rumbo, ya que algo pasional me hizo conseguir trabajar en una empresa de prevención y extinción de incendios, IBANAT  (Institut Balear de la Natura, lo que por aquel entonces no pedían titulación y tampoco era un gremio donde hubiese muchas personas interesadas, ya que se ganaba mucho  más en el sector  turístico), encontrándome con mi vocación profesional que me ha abierto un gran espectro de conocimientos y afianzado criterios derivando hacia otros ámbitos laborales relacionado siempre con la conservación del medio ambiente. 


Actualmente en invierno la labor de mi brigada es mantener este lugar, el P.N.de s’Albufera des Grau, perteneciendo al dispositivo de incendios forestales durante los meses de verano.

La Albufera des Grau pretendía ser un puerto deportivo con campos de golf y envuelto de residencias para turistas. Se paralizaron las obras y se declaró  Parque Natural en 1995 gracias a la presión social y así es como se conserva en la actualidad.

Naima Montes Moreda







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