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martes, 12 de diciembre de 2017

Descubriendo el Río Esteras

Adentrémonos pues en el cauce del Río Esteras. Empezaremos descubriendo lo que está escondido a simple vista; la increíble calidad de sus paisajes vírgenes y la fauna y flora que los pueblan.

En las riberas del río sobresalen las fresnedas junto a tamujares, sauces, espinos albares...

Entre la fauna existente cabe mencionar la nutria, galápagos, garzas reales, garcillas, martín pescador, barbos, cachuelos... El entorno del río sobresale por el característico monte mediterráneo de la zona con encinas centenarias en sus dehesas.

Está declarado como zona LIC (Lugar de Interés Comunitario) y ZEPA dentro de la Red Natura 2000, como todos los afluentes del Guadiana, fundamentalmente por su vegetación ribereña, en la que destacan antiguas fresnedas. Además, el río es un oasis para la fauna, destacando la presencia de una gran variedad de peces (barbos, cachuelos…) y de otras especies amenazadas como la esquiva cigüeña negra y la nutria.

Aquí puede observarse un bosque de ribera, más concretamente un bosque de fresnos centenarios e incluso algún ejemplar milenario. Esta especie puebla casi la totalidad del cauce, pero en este transecto se congregan formando un bosque semicerrado, creando un aura mística. Con poco esfuerzo puedes transportarte con la imaginación a otra época, hace cientos de años, cuando las caballerías atravesaban esta antigua ruta comercial que unía a Valdemanco y Agudo con Almadén.

La tierra bien retenida por las intrincadas raíces de los fresnos está siempre verde gracias a la sombra y el húmedo microclima que crean sus espesas copas, lugar idóneo para que la fauna de este lugar se resguarde del sol en verano y sacie su sed en las aguas mansas.

Recuerdo una tarde en el río, de pequeño, cuando se ponía el sol y regresamos a través de la fresneda de camino al coche, las retorcidas ramas de los fresnos con la oscuridad se tornaron en monstruos terribles. Pero sobretodo recuerdo a mi padre señalando hacia ellas y susurrando: “-¡Mira un abejaruco!” “-¿Ves ese pajarillo azul y naranja? Es un mastín pescador…”. Me fascinaba aquello, mi padre me parecía la persona mas sabia del mundo, conocía el nombre de todos aquellos seres que revoloteaban asustadizos por encima de mi cabeza. Así fue como mi subconsciente retuvo todo lo que veía y oía, como fui poniéndole nombre a las cosas, a darles valor y a apreciarlas, como si todos esos elementos de la naturaleza fueran mis amigos o una familia que me acogía en su casa que era el Río Esteras.


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