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jueves, 4 de marzo de 2021

Aucells. De los dinosaurios a las aves

 Nunca he sido aficionado a la observación de las aves hasta que llegué a Menorca.

Cuando era pequeño, la única manera de ver aves, como águilas, falcones, lechuzas o búhos era en el zoo o en los parques especialmente acondicionados. Sin embargo, toda la isla es un parque gigante dónde puedes apreciar desde la misma carretera un sinfín de especies.

Además, Menorca cuenta con una gran diversidad de hábitats, desde zonas boscosas, barrancos, zonas cultivadas, dunas, playas y zonas costeras, zonas montañosas, espacios abiertos y pequeños núcleos urbanos donde les gusta anidar, albergando así una gran diversidad de especies.




                                                  Lechuza. Fotografía de Pinterest


Los pájaros, seres que aparecieron hace 150 millones de años, más o menos durante la misma época que aparecían las primeras plantas con flor, son descendientes directos de los reptiles. Han jugado un papel determinante en la dispersión de semillas de los árboles y mantenido una estrechísima relación con el bosque.

Al ser Menorca uno de los espacios mejor conservados y poco alterados por la actividad humana, es lugar ideal para la recuperación de especies en peligro de extinción, como el caso del alimoche, donde su situación en el resto de Europa es preocupante, menos en la isla, donde su población goza de muy buena salud. También en los últimos años hemos pasado de una población de 16 parejas de milanos a 62.



                                              Milano Fotografía de Gobmallorca.com


El parque natural de s'Albufera des Grau, una zona húmeda con lagunas situada en el noreste de la isla, es un enclave increíble para la observación de aves. Con un centro de visitantes enfocado a la ornitología, el recorrido cuenta con varios miradores y carteles informativos. En él, podremos apreciar la gran riqueza y diversidad de la isla, especialmente de aves acuáticas.



                                                 Parque de s'Albufera des Grau


A causa del clima templado del mediterráneo, podemos apreciar las especies migratorias con todo lujo de detalle. Así tenemos aves procedentes del norte de Europa que vienen a pasar los suaves inviernos como el petirrojo, el gavilán, el avión roquero, los flamencos, la lavandera cascadeña o los estorninos. 



                                      Estorninos Fotografía de nosabesnada.com


En verano podemos ver garzas imperiales, tórtolas o la curruca tomillera, entre otros. En primavera u otoño tenemos el maravilloso halcón de Eleonor, la garcilla cangrejera, mosquiteros silbadores o el escribano hortelano.



                              Halcón de Eleonor Fotografía de halconpedia.com


De las especies residentes todo el año, no podemos dejar de nombrar las rapaces diurnas como los milanos, alimoches, cernícalos, águila calzada y águila pescadora o el halcón peregrino.



                                    Cernícalo Fotografía de wikipedia.org


De noche, podemos apreciar y escuchar sonidos tan peculiares como el autillo, la lechuza o el búho chico, muchas veces, posados sobre viejos muros de piedra. Otras, aún más espectaculares como la abubilla o el martín pescador.



                                  abubilla común Fotografía de hablemosdeaves.com   


De la familia de los cantores, nos alegran los paseos por los bosques menorquines el canto del carbonero, del reyezuelo o herrerillo, de la curruca, de los jilgueros, de los pinzones.



                                Jilguero europeo Fotografía de 1000avesexóticas.com


Una vez más, Menorca es un lugar ideal para contemplar estos maravillosos seres que también juegan un papel fundamental en el ecosistema.


Pau Campàs Pongiluppi


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