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lunes, 16 de noviembre de 2020

Un hayedo encantado

 Curiosidades, leyendas y Antiguas profesiones


Dice la leyenda que ciertos carboneros y leñadores de Montejo afirman que el bosque conocido como El Chaparral está habitado por duendes y hadas y que éstas, juguetonas y curiosas, gustaban de engatusar a los visitantes y caminantes del bosque con sus caricias y dulces cánticos. Estos cantos tan melosos y atractivos servían para llevar a los paseantes hasta sus guaridas y convertirlos en animales tales como la lagartija o el petirrojo, con el objetivo de dotar al mencionado bosque de mayor número de habitantes y lograr así mayor encanto.

Un bosque mágico donde habitan los duendes, las hadas, los elfos, los gnomos …y todos esos seres mágicos que han buscado en este rincón de la zona noroeste de la Comunidad de Madrid, un inmejorable refugio ante el avance de una tecnología y de un excesivo desarrollo de hormigón, hierro y cristal, que aniquila, asusta y hace esconderse a estos curiosos seres de la naturaleza que son visibles únicamente para algunos, para aquellos que se lo merecen y que los buscan con ojos de niño, pero que se encuentran ahí agazapados observando todo cuanto a su alrededor ocurre. 

Ese lugar que guarda en sí mismo la leyenda de todos y cada uno de los seres mágicos señalados. Allí está el elfo que vive junto al haya cuidándola para que no sufra ningún peligro; el hada que se esconde precipitadamente tras unas hojas para no ser vista; el duende, juguetón por naturaleza, que hace ruidos para alarmar al caminante y que incluso intenta desorientarle, e incluso puede llegar a castigarle duramente si ve que comete algún abuso con el espacio natural que se le ofrece. Si aquel que recorre los senderos escucha, con atención, puede oír la voz o el canto de alguno de ellos que le piden que sea dulce con los árboles y amable con el espacio que está visitando.

 

A aquellos que les guste el tema de la ufología, cuando a finales de los años noventa la Junta de Jefes del Estado Mayor desclasificaron los casos documentados de avistamientos ovni en España, había referencia a un objeto luminoso que el 14 de octubre de 1995 sobrevoló el hayedo.  


 Profesiones del Hayedo de Montejo
CARBONERO 

La figura de los carboneros fue muy típica en los pueblos, con sus silbatos y trompetillas, junto a sus ennegrecidos carros, esperando que las vecinas salieran a la calle para comprar carbón para cocinar o para los braseros. La carbonera es una pila de leña que se forma de modo artesanal colocando los propios troncos de leña en forma de cono y cubriéndolos de una capa de tierra de unos de 20 cm de grosor. En la parte superior del horno se practica una chimenea y se hacen respiraderos en la base para avivar el fuego. Se introducen brasas por la chimenea y se alimenta con tacos de madera regularmente, llevándose a cabo la combustión en ausencia de oxígeno.

El horno o carbonera era hecho de forma manual por los carboneros. Se tardaba tres o cuatro días en que el carbón se hiciera poco a poco en el horno natural. Luego se extraía y se extendía durante otros dos o tres días para que se enfriase. Tras ello, se transportaba el carbón, antiguamente al lomo de las mulas o burros para llevarlo hasta la localidad más cercana. 
Han sido muchas las familias que han vivido del carbón en España durante muchos siglos, pero ya a mediados del pasado siglo XX, el sector se vería desplazado por el petróleo y, posteriormente, por la electricidad. Una demanda que bajó de forma considerable y un trabajo muy duro que, pese a intentar resistir, al final ha terminado por desaparecer, quedando en el recuerdo de todos aquellos que trabajaron como carboneros durante muchas campañas.



EL TEJERO

La Puebla de la Sierra y Montejo de la Sierra abastecían de tejas al resto de las poblaciones cercanas. Cada cinco o seis años, y siempre durante el verano, se ponían en marcha los hornos para reponer las tejas de las casas viejas y proveer a las de nueva construcción.

Fuego, agua, arcilla y un monte donde abastecerse de leña es todo los que necesita el tejero para realizar su trabajo. La teja es una pieza de barro cocido y de forma acanalada que cubre los tejados de las casas y que permiten escurrir el agua de la lluvia. En ocasiones, también se encargaban de construir baldosas y ladrillos de barro mezclado con paja (adobe) que se usaban para hacer tabiques.

La materia prima es primordial: arcilla procedente de las capas inferiores de la tierra fértil de un cultivo, que luego se mezcla con arena y agua. Los útiles empleados son la gradilla, un molde trapezoidal y plano donde se introduce el barro y el galápago o “borrico”, otro molde de madera, que le da la forma curva a la teja; un cuchillo para repasar los sobrantes que puedan quedar tras moldear el barro; un mantillo o sombrajo para que las tejas se sequen antes de meterlas en el horno. En el horno se cuecen durante 25 a 30 horas hasta que adquieren la consistencia necesaria.






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