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miércoles, 8 de febrero de 2023

La riquesa d'un poble menut

Lo historia del descubrimiento de la riqueza del *paraje del río Barxeta.

Toni sin saber cómo, había ido a parar a los bordes de un riachuelo de aguas verdosas, pero limpias y

cantoras. Sentó sobre un canto rodado y contempló admirado un acueducto que tenía delante.

Aquellos bloques de piedra debían de tener siglos de antigüedad y todavía se aguantan derechos!

En cambio, él no aguantaba el sufrimiento de su corazón, que amenazaba con romperse en mil trozos

sin matarlo.


Qué quietud, qué soledad! El aire estaba cargado de perfumes dulces que le dormían la conciencia.

Solo se oïa el canto alegre de los jilgueros y los ruiseñores, el croar de alguna rana y el

zumbido de las abejas que trabajaban sin cesar. Los vocingleros y los tamarius estaban florecidos, a punto de

estallar con tanto de color.


Las campanillas manchaban de morado el paisaje cercado de cañas altas y salzedes. Algo más allá vio

chopos y olmos que se levantaban arriba como centinelas. Un halcón hacía círculos hipnóticos cerca de

las nubes blancas y un pato collverd surcó las aguas provocando pequeñas olas.

De repente, estaba seguro que había llegado al cielo, si es que el cielo existía. Tal vuelta aquel era su destino final.

Se mojó las manos y la cara con el agua fresca del riachuelo y cerró los ojos reconfortado. Pero, al abrirlos, vio un rostro dibujado en el agua. Era su hijo fallecido! No había ninguna duda, era su pequeño, a quién habían atropellado en un paso de peatones y no habían sido capaces de socorrer.

"Vuelve a casa, padre",escuchó un murmullo, mientras se hacía un silencio sepulcral en su entorno. Era cómo si los ruiseñores, los jilgueros, las ranas y las abejas entendieron la importancia de aquel momento.El rostro infantil le sonrió y después se desvaneció al agua.

Sí, aquello era el cielo, pero él comprendió finalmente que todavía no pertenecía. A pesar de todo, y por más que le doliera, él estaba vivo y tenía que rehacer su vida.

Era hora de volver a casa.Toni hizo un último vistazo al lugar donde se había empezado a curar. Para él el Río de Barxeta siempre sería el paraíso donde encontró la felicidad,donde acabó todo su luto, donde pudo tener la oportunidad de volver a ver a su hijo y donde tuvo la certeza de por una vez en mucho de tiempo volver a sonreír como lo hacía de pequeño

El reflejo del sol y la claridad del agua forman un espejo de colores vivos dando vida a la imaginación.

          

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