La gran biodiversidad reinante en el macizo del Penyagolosa
está originada por los diferentes substratos calcáreos y silíceos y por la
combinación de los climas continental y mediterráneo.
La vegetación en
Penyagolosa es un rompecabezas formado por una gran variedad de espacios y
paisajes. Existen más de un millar de especies vegetales en el macizo.
Los pinares son uno de
los paisajes característicos de Penyagolosa, existiendo pinares muy extensos,
sobre todo alrededor de San juan y en la umbría de la sierra de la Batalla.
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Imagen por: Fran Cuenca |
Además de pinares
naturales, existen pinares propiciados por la mano del hombre. El pinar de San
Juan responde a la visión que en tiempos se tenia de lo que debía ser un
bosque, la acción humana desembocó en un pinar prácticamente sin sotobosque
donde se puede pasear tranquilamente bajo la copa de los pinos.
En Penyagolosa
coexisten cuatro especies de pinos, que responden a diferentes características
de clima, orientación y suelo. En las tierras más bajas del macizo abunda el
pino blanco o carrasco, Pinus halepensis. Es el pino que ha colonizado las montañas
mediterráneas. En las altitudes medias, aparece el pino negral, Pinus nigra,
que aparece en bosques muy humanizados y desprovistos de la competencia de
robles y carrascas. En las zonas de suelo silíceo encontramos el pino rodeno, Pinus
pinaster, que también favorecido por la acción humana ha ido desplazando a
los robledales. Por último, en todas las umbrías y las tierras altas domina el
pino rojo, Pinus sylvestris, que es el único que conforma pinares
naturales en Penyagolosa.
El pino rojo es un
árbol eurosiberiano, el hecho de encontrarlo en estas latitudes formando
bosques es uno de los milagros de estas tierras y un regalo para los
caminantes.
El pino rodeno lo
encontramos en principalmente en el monte de la Bertrana, junto a San Juan.
Esta compuesto de piedras arenosas, silíceas, que dan lugar a un suelo ácido
que conforma una comunidad vegetal diferente. En este entorno, los arces o
“aurons”, Acer opalus granatense, aportan un increíble cromatismo al
otoño.
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Imagen por: Fran Cuenca |
Existen pocos cursos
de agua permanentes que permitan la formación de bosques de ribera, no obstante
encontramos algún ejemplo como las hileras de chopos del ríu dels Molins,
también en el rio Carbo y en el barranco del Monso. Pero si existe un bosque
único en Penyagolosa es el avellanar, ya desaparecido del barranco del mismo
nombre cerca de San Juan pero presente en algunos barrancos de la umbría de la
sierra de la Batalla, sobre terrenos silíceos y con abundante acompañamiento de
helechos, serbales y manzanos silvestres. La multitud de rebrotes de los
avellanos forma una galería que sigue el curso del agua conformando un paisaje
único en la geografía valenciana.
Otra comunidad
vegetal, la de los carrascales se va recuperando lentamente de las épocas de intenso carboneo,
conformando un carrascal joven e impenetrable que aún muestra las huellas de la
actividad: sendas y replazas carboneras donde se levantaba la pila de troncos
cubierta de tierra para producir el carbón.
En la cabecera de la
sierra de la Batalla, en el límite con Aragón encontramos uno de los parajes
más sorprendentes: el Xaparrar. Al igual que en las zonas vecinas de Aragón e,
incluso en la Comunidad Valenciana en el cerro Calderón, encontramos un bosque
de sabinas rastreras y pinos rojos que componen un paisaje diferente, propio de
las sierras de Gúdar y Javalambre. Estas sabinas, Juniperus sabina, se
han adaptado a vivir en zonas altas y con un clima muy duro, cambiando su porte
arbóreo por el de un matorral a ras de suelo. Pero también posemos encontrar,
más ocasionalmente, algunos ejemplares de sabina albar, Juniperus thurifera,
además de la más abundante sabina común, Juniperus phoenicea , presente
en todas los suelos calcáreos compitiendo con los enebros.
Encontramos dos
especies de robles: el reboll o melojo, Quercus pyrenaica, y el quejigo,
gal.ler o roble valenciano, Quercus faginea. Los quejigos tienen
preferencia por suelos calcáreos mientras que los melojos lo tienen por los
silíceos. Poco a poco se van extendiendo por debajo del bosque de pinos en una
clara recuperación, especialmente los melojos.
El Rebollar es un
paraje singular dentro del territorio valenciano, siendo uno de los pocos
bosquetes de robles que se desarrollan cerca del mediterráneo, a pesar de ser
el roble melojo una especie de clara distribución atlántica. Se trata de un
bosquete muy espeso de árboles jóvenes que conforman un paisaje peculiar en la
Comunidad Valenciana. En el sotobosque abundan los helechos, zarzas, verónicas
y alguna especie de orquídea.
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Imagen por: Fran Cuenca |
La Orden
de 16 de noviembre de 1998, de la Conselleria de Medio Ambiente, declaró el
barranco de la Pegunta microrreserva vegetal, para favorecer la conservación de
una zona de menos de veinte hectáreas, en la cual conviven especies botánicas
raras, endémicas o amenazadas como la campanilla de invierno (Galanthus
nivalis), la lechuguilla del bosque (Hieracium valentinum), el acebo
(Ilex aquifolium) y el tejo (Taxus baccata).