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martes, 24 de diciembre de 2019

CUEVA DE MONTESINOS, EL HECHIZO DE LAS LAGUNAS DE RUIDERA -3-


        3-    EL CAPRICHO DE LA GEOLOGÍA

Bajo el dominio geológico del prebético y la cobertera tabular de la meseta, nos encontramos con esta unidad geológica de sistemas kársticos en carbonatos y evaporitas. La visita permite adentrase en las profundidades de la tierra a 50 metros de distancia y una profundidad de 18 metros entre dolomías y brechas dolomíticas del jurásico inferior con ausencia de depósitos endokársticos que, gracias a su altura, permite la entrada a pie sin necesidad de agacharse o adoptar técnicas de espeleología.

Comenzando el descenso por la boca de la cueva entre los grandes bloques de roca existentes y dejando cada vez más la luz a nuestras espaldas, nos situamos en la zona conocida como El Umbral, ampliación que servirá como recibidor a la primera sala conocida como El Portal o de Los Arrieros, lugar anteriormente citado por ser el elegido históricamente como posada de arrieros y valerosos hidalgos.

Si nos seguimos adentrando por las resbaladizas escaleras que la alta humedad propia del espacio le concede a las instalaciones, podemos llegar a la Sala Grande o Gran Sala, amplio espacio y ya en plena oscuridad donde Cervantes situó el mayor encantamiento de la historia de la literatura donde,  Doña Ruidera, sus 7 hijas y 2 sobrinas, fueron convertidas en ríos y lagunas por el mago Merlín.

Y es que toda la cueva pero en concreto ésta última y Gran Sala, no solo es la elegida por Cervantes, si no que también es donde habitan colonias de murciélagos y donde se han encontrado restos de útiles y herramientas de tiempos remotos ya mencionados anteriormente.
Además, si nos dirigimos a las profundidades de esta sala, podemos ver con nuestros propios ojos (si hay suerte) a todo un ente que también forma parte de mitos y leyendas el cual su magia descoloca tanto a lugareños como a científicos, y es nada más y nada menos que uno de nuestros grandes ríos de la península, el místico Guadiana.

Río único que aparece y desaparece, se esconde y asuma por tramos, días o años, lugares elegidos a su capricho para más tarde huir de ellos y aparecer en otros en forma de río, laguna u ojo así como de cualquier forma que plazca adoptar. Y es que, al margen de los mitos del Guadiana, no son pocos los artículos científicos que se “contradicen” entre sí sobre este río, su nacimiento e hidrología, disperso, y por ello no seré yo quien afirme que el Guadiana nace en las Lagunas de Ruidera como a todos nos enseñaron en el colegio o bien lo hace en otros lugares. Lo que sí parece claro es que, independientemente de su nacimiento, Guadiana y Lagunas de Ruidera son un binomio inseparable al capricho de la hidrogeología del lugar, en forma de río, laguna o acuífero, pero entre todos ellos forman un entramado subterráneo de arterias que se comunican entre sí y que se hacen visibles en lugares tan pintorescos como es el fondo de la cueva, siempre que el nivel freático lo permita.



3- EL CAPRICHO DE LA GEOLOGÍA
 


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