PARTE (II) La Península Ibérica
Es raro el día que no leamos o veamos algún titular
en cualquiera de los distintos medios de comunicación que nos hablen del cambio
climático. Normalmente el artículo en cuestión trata el tema en líneas
generales y no somos conscientes de los efectos en la Península Ibérica.
Hablamos muchas veces de repoblar zonas despobladas
y miramos sus recursos actuales, sin pararnos a pensar que el cambio climático
ya está ejerciendo cambios en esos lugares y según pase el tiempo, esos
cambios, serán más visibles y notorios.
Es importante analizar cada lugar de una manera
independiente para poder adaptarse o más bien hacer las cosas pensando ya, en
esos cambios.
Con los modelos climáticos (representaciones
matemáticas de los procesos físicos, químicos y biológicos de la atmósfera,
océanos, suelos, biosfera, hielo y nieve) y con la acumulación incesante, en la
atmósfera de gases de efecto invernadero (GEI) y de aerosoles emitidos por la
actividad humana, así como estimaciones de cómo evolucionará dichas emisiones
en las próximas décadas, se han obtenido escenarios regionalizados de España,
utilizando el conjunto de modelos climáticos europeos del Proyecto PRUDENCE.
Las temperaturas medias aumentarán en todas las
regiones, acelerándose de forma muy acusada a mediados de siglo. Dicho
incremento en invierno sería muy similar en todas las regiones, en primavera
aumentaría mayormente en el sur peninsular, mientras que en otoño y verano este
incremento sería más alto en las regiones del interior que en las zonas
costeras. La diferencia entre la temperatura máxima y mínima se acrecienta,
siendo más suave en invierno en todas las regiones y más acusada en primavera
en la mitad sur y en verano en el interior. No afectará de una manera homogénea
siendo la zona más afectada la mitad oriental peninsular, cubriendo una amplia
franja en torno al Mediterráneo, desde Gerona hasta Málaga.
La pluviometría presenta un escenario más irregular
que la temperatura, aún así los científicos pueden prever una tendencia
progresiva en la disminución de las lluvias, siendo mucho mayor en la segunda
mitad de siglo. Las precipitaciones se reducirán en toda la península y en
particular en el Cantábrico y en el sureste peninsular.
Los eventos climáticos extremos causan mayor
impacto que el cambio del clima promedio, ya que aunque ocurren con menos
frecuencia sus daños sobre el medio ambiente, las actividades socio-económicas
o la salud humana son mucho más importantes, destacando sobremanera las olas de
calor en el periodo estival.
Evidentemente estos cambios climáticos generarán
unos impactos y forzarán una adaptación en:
Ecosistemas y
biodiversidad. El norte peninsular tiende a un clima
Mediterráneo y el sur a una manifiesta aridez. Esto conlleva a que numerosas
especies pueden verse en riesgo de extinción debido a que no pueden desplazarse
a otras zonas más favorables conforme el clima vaya cambiando. Se calcula que
afectaran al 50% de las especies vegetales y hasta el 97% en reptiles y
anfibios, siendo la tendencia un desplazamiento hacia el norte y en altitud.
Los ecosistemas terrestres verán afectados su
composición, estructura, función y por consiguiente algunos de los servicios
que presta. Los más vulnerables son los ecosistemas de alta montaña, las islas
edáficas y las zonas de transición entre ecosistemas.
Los ecosistemas acuáticos más afectados serán los
ambientes endorreicos, lagos, lagunas, ríos y arroyos de alta montaña
(1600-2500 m) y los ambientes dependientes de las aguas subterráneas, así como
los humedales costeros.
Recursos hídricos. A nivel
mundial se prevé que la cuenca del Mediterráneo sea donde se proyectan los
impactos más intensos, intensificándose los fenómenos extremos (inundaciones y
sequías). Afectando especialmente en España a las cuencas de la mitad sur.
Además del propio cambio climático influirá el aumento de demanda urbana,
agrícola e hidroeléctrica. Afectando, entre otros, a la industria, la
conservación de la biodiversidad, la agricultura y el turismo.
Gijón 25 de octubre de 2012 |
Zonas costeras. El
nivel del mar en España ha aumentado en el siglo XX y seguirá haciéndolo,
siendo mayor en la cornisa gallega y norte de Canarias con valores de hasta 35
cm y de 20 cm en el Mediterráneo. Además se han observado en estas últimas décadas
un aumento de la ola en Galicia y el Cantábrico.
El aumento del nivel del mar producirá además un retroceso de las playas
con valores probables de hasta 15 m en Canarias, Huelva y Cádiz. Los cambios en
la dirección del oleaje pueden producir mayores daños en las playas en la Costa
Brava, Islas Baleares y sur de Canarias Muchas obras marítimas se verán
rebasadas por el oleaje, restando operatividad en algunos puerto
El suelo y sus
usos. Debido a la actividad humana un 31,5% de la superficie peninsular está
afectada por la desertificación
(PAND, MMA). Los componentes principales son la erosión y la
salinización del suelo. Estos se verán incrementados por el cambio climático
debido a la salinización de los suelos de regadío y la erosión del suelo ante un mayor número de incendios.
Siendo el impacto de la salinización mayor en las regiones de clima seco.
Alimentos-agricultura, ganadería, pesca, bosques-.
Algunas zonas de pasto y boscosas perderán su condición, disminuirá la
capacidad de fijación de Carbono atmosférico.
Las altas temperaturas afectarán negativamente al
ganado, los recursos piscícolas y aumentarán las plagas y enfermedades (tanto
de los vegetales como del ganado)
La salud humana.
Posiblemente el mayor impacto para la salud será la incidencia en la
morbi-mortalidad, que tendrán el aumento de las temperaturas y los eventos
térmicos extremos, especialmente el aumento de las olas de calor. Además
aumentarán las enfermedades africanas transmitidas por vectores, las
enfermedades producidas por alimentos y agua, y los efectos de la contaminación
atmosférica.
Otros sectores
productivos -energía, turismo y seguros-,
Riesgos naturales
de origen climático – inundaciones, incendios forestales,
deslizamientos de laderas-.
FRANCISCO GONZÁLEZ DÍAZ
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