Isla Cristina en un municipio costero de la provincia de Huelva,
ubicado en la desembocadura del río Carreras. Podemos datar su fundación tras
el terremoto de Lisboa en 1755 y su primitivo nombre fue el de “La Higuerita”.
Catalanes y levantinos se establecieron aquí para pescar y
manufacturar la sardina y el atún mediante la técnica del salazón y su
posterior distribución de la producción por el levante español.
Hasta 1880 la industria del atún y la sardina era la salazón, pero a
partir de 1884 se introduce la industria conservera en lata para más tarde, en
1892, tener la primera fábrica de conservas en aceite.
Desde el momento de su fundación y hasta mediados del siglo XX la
economía de Isla Cristina estuvo vinculada tanto a la producción de salazón
como a la industria conservera y ambas además de la materia prima necesitaban
un elemento esencial: la sal.
Su configuración urbana se define en torno a esta actividad. Las fábricas
se ubicaron tanto en el Muelle de Marina como en el de Ribera, ya que éstas
necesitaban estar próximas al mar para recibir la materia prima. Tal fue la
importancia de esta industria en Isla Cristina que hacia 1919 se llegó a contar
doce fábricas de conservas y más de treinta y tres de salazones.
Isla Cristina está rodeada de mar y de marismas y estas últimas
constituyen un enclave de enorme riqueza medioambiental, declaradas Paraje
Natural en 1989. Cuenta con una superficie de 2.145 ha, repartidas entre los
municipios de Ayamonte e Isla Cristina.
Las marismas en general son zonas húmedas, terrenos bajos y pantanosos
que se inundan por las aguas del mar durante la marea alta. Normalmente están
en zonas de desembocadura fluvial, como estas. Las marismas de Isla Cristina
están situadas en la desembocadura del río Carreras. La dependencia mareal de
estos ecosistemas les confiere una ausencia casi total de estacionalidad.
Las marismas de Isla Cristina presentan un espectáculo ornitológico y
paisajístico igualmente atractivo durante todo el año, teniendo como máximos
exponentes a flamencos, garzas, espátulas, cigüeñas y pagazas. El amplio número
de aves que se alimentan y crían en estas marismas forman una magnífica miscelánea
de sonido y color.
Este paraje natural ofrece un marco idóneo para el desarrollo de un itinerario
interpretativo, tanto por la riqueza de los valores naturales y paisajísticos
que sustenta, como por contar con una excelente infraestructura para el
desarrollo de la misma tanto con ruta a pie o en bicicleta.
A estos recursos, se unen otros elementos culturales de gran valor
antropológico y etnográfico, como son el puerto pesquero, las fábricas de
conservas y salazones, las salinas, piscifactorías, molinos de mareas, etc…
Rafael Salgado
Isla Cristina
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