No olvidaré nunca la primera vez que visité el jardín
Botánico en Valencia. Estaba acompañado de mi
hija y de mi mujer. Mi hija (que por aquel entonces no tenía ni siquiera un
añito) y yo descubríamos este oasis urbano. Decidimos pasar una tarde de domingo disfrutando de este
enclave privilegiado por sugerencia de mi mujer. Ella había visitado varias veces el lugar y no escatimaba
elogios cuando se refería a él.
Siempre ha dicho que le encantaría vivir cerca para poder disfrutar de
la lectura en alguno de los recovecos del jardín, para sumergirse en sus
aromas, sus sonidos, sus colores… Así que quiso que mi hija y yo conociéramos el
lugar para disfrutar de él y no se equivocó. Aquella visita supuso para mí un gran descubrimiento. Era cierto que allí te olvidabas del
entorno. Sus olores, colores,
sonidos te transportaban a países remotos, países de los que proceden esa gran
variedad de especies que puebla el jardín. Precisamente por todo esto, el jardín te conquista y ya no
puedes dejar de visitarlo cuando el tiempo te lo permite.
Este
jardín desempeña en la actualidad ciertas funciones que resultan esenciales
para los habitantes de Valencia: pulmón verde, lugar de esparcimiento, centro
de investigación…En definitiva, todo un oasis en el centro de una gran ciudad
que nos permite observar y conocer una gran variedad de especies vegetales ya
que contiene ejemplares de cinco continentes.
El jardín Botánico se fundó en el
siglo XVI como destino para la enseñanza de la Botánica en l567. Originariamente era un huerto de
plantas medicinales. En 1802 se compró
el conocido como huerto de Tramoyers (regado por la acequia de Rovella) y esta
es su ubicación actual. Sin
embargo, los trabajos no comenzaron hasta el año siguiente. Alcanzó su mayor esplendor bajo la
dirección del botánico Félix Pizcueta, en el periodo de 1829 a 1863. Pizcueta consiguió la mejor colección
de plantas exóticas.
El jardín se ha
enriquecido con árboles de cinco continentes (tal y como hemos mencionado
anteriormente), creando así un clima de frescor en pleno centro de la ciudad y
un fabuloso lugar de disfrute para los ciudadanos con más de 3000 especies de
vegetales incluyendo las autóctonas.
Desde 1987, además, el jardín Botánico ha sido recuperado como centro de
investigación por la Universidad de Valencia.
Paseando por los
distintos recovecos del jardín llegas a perder la noción del espacio, es decir,
te olvidas de que estás en el centro de Valencia, liberándote, así pues, del
estrés, de la contaminación sonora…Solo tienes que relajarte, respirar hondo y
disfrutar del ecosistema.
Enlaces de
interés:
Enrique Hidalgo
Fernández
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