viernes, 1 de marzo de 2013

Historias naturalísticas de nuestras águilas (II)


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Allí estábamos en nuestro aguardo, telescopio en ristre, observando largas horas cómo ambos hermanastros aguiluchos se toleraban cómo auténticos hermanos de igual porte, sin apenas inmutarse, con algún leve picoteo en el pico del otro cómo reclamando alimento,  alguna atención o simplemente ante la novedad de tener de repente un hermano. Y finalmente, a media tarde, cuando el tórrido Sol parecía intentar acabar con nuestra resistencia, en un momento en el cual no pensábamos que aparecería los preciosos adultos de águila real que regentaban el nido, notamos cómo los hambrientos y crecidísimos jóvenes se levantaban sobre sus tarsos cómo un resorte y comenzaban a demandar alimento con fuertes reclamos ….. nosotros conscientes de lo que eso significaba escrutábamos el cielo en busca de una silueta familiar, dificultosamente a través de las pocas rendijas de los rotos de nuestro escondite, no cabía duda que la enorme hembra adulta se acercaba. Efectivamente, esta tras un breve u hábil picado se posó en el borde del nido con una presa en las garras, en ese bulto grisáceo que portaba en sus poderosas garras creímos ver un grande, suave, y aterciopelado conejo. Que serviría de pitanza a la prole, sin perder un instante, sobre todo por la insistencia de los aguiluchos hambrientos, la enorme y bella hembra de dorada melena y ambarinos ojos, signo de madurez y experiencia, comenzó a desgarrar la presa y a alimentar indistintamente a los alborotados, totalmente emplumados y oscuros  aguiluchos, pasado in instante no distinguíamos casi a nuestro desafortunado amigo, hasta ahora, del verdadero inquilino del nido, está águila salvajes estaba alimentado a ambos jóvenes. Este éxito en la reintroducción nos llenó de profunda satisfacción, pues este ejemplar, de no haber sido por nuestra intervención hubiese perecido irremisiblemente, por inanición y deshidratación  …  a manos de ese  ignorante expoliador.
            Resulta paradójico que un animal salvaje, un águila real reina indiscutible de los cielos de las sierras españolas, surque de nuevo los limpios cielos de Iberia gracias a nuestra ayuda, pero desgraciadamente, otras muchas dejan de hacerlos por culpa de la ignorancia y codicia humana y la falta de ética hacia las criaturas vivientes que comparten con la especie humana la extraordinaria aventura de la evolución en el planeta Tierra.
            Lo cierto es que desde la noche de los tiempos el Hombre se ha relacionado con los animales, concretamente el Águila real o Aquila chrysaetos para los científicos, aparece representada en múltiples ocasiones en la mitología de la región holártica, así en el cato octavo de La Iliada, se narra cómo los Aqueos se desanimaron en el curso del sitio de Troya y cómo el dios Zeus les envió a su águila cómo mensajera portando un cervatillo en las garras, presa que dejó caer sobre el altar en el habitualmente le ofrecían los sacrificios. Con esta impresionante señal del dueño del Olimpo les mostró que les era favorable y los guerreros reanudaron ferozmente el combate.
            Nuevamente Zeus tomó la apariencia del águila real para llevar a cabo el rapto del bello príncipe troyano Ganímedes, para tenerlo eternamente a su lado. Poco después los griegos creyeron reconocer al joven en ciertas alineaciones de estrellas y por ello le dieron su nombre. El águila es también el ave de Júpiter, símbolo de la luz celeste y solar. Las águilas eran capaces de mirar fijamente al dios Sol sin perder la vida y por ello eran veneradas.
            El astrónomo griego Tolomeo, para halagar al emperador romano Adriano, en el siglo segundo de nuestra Era, asoció a la constelación del Águila un grupo de estrellas. A las que dio el nombre de Antinoo en recuerdo de su favorito, un joven ahogado en el Nilo.
            Cómo ave mítica el águila aparece representada de diversas formas, la normal, bicéfala, con cuerpo de hombre y bajo el nombre de Imdugud con cabeza de león. Por su parte el águila gigante sumeria, dios del viento, desencadena las tempestades batiendo sus poderosas alas.
            Nuestras águilas aparecen también en La Biblia, en el segundo libro de los Reyes (capítulo XIX, versículos 36-37), donde menciona al dios Nisrok, un dios con cabeza de águila.
            En tiempos históricos ya ha venido fascinando a los hombres su poderosa silueta y fortaleza y por ello ha sido entrenada en cetrería para la caza, citándola en sus escritos del aventurero Marco Polo, durante su estancia en la corte del Kublai khan, habla de ello diciendo: “ … hay también gran número de águilas, todas entrenadas para capturar lobos, zorros, ciervos y cabras salvajes … “ .  Hasta la actualidad, desde tiempos inmemoriales los Kirguizes de las estepas rusas han venido utilizando también águilas en una antiquísima tradición venatoria mantenida durante generaciones.
            Acusada injustamente desde tiempo inmemorial y sin fundamento científico ninguno, ni base seria, de causar daños a la ganadería (corderos y chivos) y también daños a las especies cinegéticas; sin tener en cuenta que elimina, al ser un auténtico superpredador, especies nocivas para estas últimas, cómo son córvidos, zorros y reptiles. Se trata sin duda, de prejuicios y creencias populares equivocadas y no reflexiones profundas o estudios científicos serios de la especie. Estas acusaciones le sirvieron para ser considerada “alimaña” durante varias décadas y para que se premiase su exterminio en amplios territorios. Así cómo para la colocación indiscriminada de venenos de todo tipo en nuestros campos, actividad ahora ilegal  que por desgracia, ha vuelto a reaparecer en nuestros montes.
            En el año 2.008 la organización SEO/BirdLife realizó un tremendo esfuerzo para conocer la población de esta rapaz en España, localizando entre 1.553 – 1.769 parejas y determinando que se debería considerar una especie “Casi Amenazada” , teniendo en cuenta que nuestro país tiene la más numerosa e importante población de toda Europa.
            Los estudios que se han venido realizando a lo largo y ancho de la Península, delimitan cómo factores negativos y de regresión, amenazas: la persecución directa de ejemplares, la colocación ilegal de cepos y venenos (estos últimos han aumentados en los últimos años), la electrocución en tendidos eléctricos, la construcción de nuevas pistas forestales y carreteras en áreas antaño inaccesibles, trasiego indiscriminado de personas por zonas tradicionalmente tranquilas, repoblaciones forestales en los cazaderos, construcción de presas en territorios de montaña y desaparición del alimento por sobrecaza o el uso indiscriminado de productos fitosanitarios en la agricultura. Añadiendo estos a otros factores nuevos cómo son la proliferación de parques eólicos y urbanizaciones, apertura de nuevas zonas de esparcimiento y masiva concentración de pistas forestales y carreteras, realizados generalmente para justificar presupuestos.
            La supervivencia de la reina de las aves depende de factores tales cómo la diversidad o abundancia de presas, la tranquilidad del territorio de cría, la edad de la ves, el número de ejemplares para sustituir las vacantes, buenos cazaderos. Actualmente las obras del hombre tiene gran importancia, ya que la invasión de los territorios con carreteras, pantanos, repoblaciones y pistas forestales, turismo indiscriminado que puede suponer el abandono de los territorios sin necesidad de la muerte directa de sus ocupantes, por ello la presencia de estas aves es un factor a tener en cuenta para cualquier actuación agresiva o planificación en el territorio.
            El 20 de Julio de 1.969 el Módulo que alunizó por primera vez en la Luna se llamaba Eagle y poco después el emblema del Apolo XVII volvió a ser el águila. Veneradas en el pasado y vemos actualmente que también lo son. El ave emblema de las legiones romanas y la nave que alunizó por primera vez en nuestro satélite terrestre, siendo por ello símbolo viviente de generaciones y logros de la Humanidad, está con graves problemas de conservación y desaparición en algunas regiones, y es nuestro deber hacer todo lo posible para lograr su conservación, ya que este monarca que surca veloz los limpios cielos del viejo Soler hispano acrisola, con su sola presencia en las serranías, canchos, montes o cárcavas fluviales, la esencia mítica de lo más salvajes y agreste de nuestra naturaleza.

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