Esta vez he subido hasta la cima del Mondúver, quería saber
que se sentía subiendo a lo alto de aquel pico que en todos momentos tengo a la
vista, cuando estoy en Llombai (La Ribera Alta) entre semana lo veo a lo lejos
cerca de la Serra de le agulles y cuando
estoy en mi pueblo La Font d’En Carrós (La Safor) aun lo veo más de cerca, pues
lo tengo a escasos kilómetros de mi casa. Pues sí, hoy me he decidido a subir a ese gran monte de donde
creo que se podrán apreciar vistas excepcionales de mi comarca.
Sobre las 9 de la mañana llegamos a Xeresa yo y un amigo, a
la salida del pueblo nos dirigimos hacia la carretera que rodea el barranca del
mondúver. Antes de llegar a la “pedrera” dejamos el coche y subiremos por los
pies del barranco, primero por un camino bien ancho que llega hasta unas casetas
y después por una senda muy bien marcada y conservada que nos llevara primero a
la fuente del mondúver y después a la cima. Una vez en la fuente descansamos un
poco y continuamos caminando sendero arriba hasta llegar a un peñón precioso
llamado el Picayo, con una panorámica extraordinaria de aquellos barrancos.
Después seguimos por una pista forestal hasta llegar a un
sendero con mucha pendiente y muy dificultoso pero muy bien señalizada y muy fácil
de seguir que sube hacia la cima del Mondúver. Una vez allí arriba nos quedamos
un buen rato mirando con los prismáticos la cantidad de lugares conocidos que
se podían observar desde allí arriba, disfrutamos de la estancia en el pico
donde descansamos y disfrutamos de una fantástica panorámica de nuestra
comarca.
Volvemos por el mismo camino y antes de llegar de nuevo al
Picayo cogemos un sendero a la izquierda, donde pasaremos por unos acantilados
muy chulos, rápidamente ya podemos observar la cantera con su impacto visual
rompiendo la armonía del paisaje montañero, donde cogemos una senda
zigzagueante que nos lleva de nuevo hacia el coche.
Esplendido sendero donde se aprecia la magnitud de aquel
monte imponente que veo desde todo los sitios. Desde allí arriba puedes
imaginar como las aves rapaces aprovechan las corrientes de aire caliente de
las mañanas para sobrevolar aquellos barrancos o incluso la marjal de Gandia y
Xeresa.
Otra cosa muy llamativa desde aquel punto de vista fue observar como la
playa de l’Ahuir se convertía en aquel lugar virgen donde se protegían los
intereses de la naturaleza y no los intereses del constructor de turno.
Siguientes entradas:
EL RENACIMIENTO DE UNA ESPECIE
FAUNA DE LA PREHISTORIA
LA VIDA COTIDIANA EN LA PREHISTORIA
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