Cuando llegamos a Vado de Tus las
dudas sobre el estado de la cabaña donde iba a dormir se disiparon, cené y me acosté... ¡Al día siguiente empezaba la aventura!
Pasé las primeras rampas hasta llegar a la
aldea de la Moheda. Junto con el río Tus abajo, el valle ya prometía mucho,
estaba sorprendido de la poca propaganda que se le da a un valle tan bonito
como el del río Tus.
Seguí subiendo hasta llegar a los
Palancares, donde la senda se unía a una pista y al fondo se veía una cascadita
que le daba a la zona un encanto especial.
Al rato se llegaba al nacimiento del Prado Salvador y un poquito después a la aldea de los Prados, donde un señor mayor me indicó mal el camino que debía seguir, a pesar de ello seguí mi mapa y decidí continuar por donde creía, no me equivoqué. Pasando un bosque de pino, casitas diseminadas y a los pies del Mentiras (¿Sabéis por qué se llama el Mentiras? ), ya veía a lo lejos la parte más complicada de la ruta y de las 4 etapas, la subida hasta el Calar de la Sima. Hay que decir que mi idea al principio hubiera sido hacer el sendero al revés de cómo lo planteé al final y menos mal que no lo hice así y que presté atención a como me indicaban en las diferentes páginas, porque si no, lo hubiera pagado y seguro no podría haber terminado.
Al rato se llegaba al nacimiento del Prado Salvador y un poquito después a la aldea de los Prados, donde un señor mayor me indicó mal el camino que debía seguir, a pesar de ello seguí mi mapa y decidí continuar por donde creía, no me equivoqué. Pasando un bosque de pino, casitas diseminadas y a los pies del Mentiras (¿Sabéis por qué se llama el Mentiras? ), ya veía a lo lejos la parte más complicada de la ruta y de las 4 etapas, la subida hasta el Calar de la Sima. Hay que decir que mi idea al principio hubiera sido hacer el sendero al revés de cómo lo planteé al final y menos mal que no lo hice así y que presté atención a como me indicaban en las diferentes páginas, porque si no, lo hubiera pagado y seguro no podría haber terminado.
Poco a poco fui ascendiendo hacia
la base del Calar, por una pista en buen estado que al final se transformaba en
una senda que ascendía varios cientos de metros en menos de un kilómetro. La
subida fue difícil, cada poco paraba, bebía o hacía fotos del valle del Segura
que me quedaba enfrente, que también era muy bonito. Casi arriba del todo en
una terraza que hacía el terreno, donde existe un nacimiento de aguas y las
chovas campan a sus anchas, me desorienté y en vez de seguir hacia el collado,
decidí seguir una senda que me “regaló” unos 50m más de ascenso… para luego
tener que bajarlos, ya que la ruta seguía esos metros más abajo por la otra
vertiente del Calar. Pero el error me sirvió para hacer unas fotos desde lo
alto al Calar de la Sima.
Decidí tratar de no perder cota,
pero fue una idea que descarté porque aunque no había pérdida, prefería seguir
las indicaciones que llevaba y que me recomendaban seguir pegado a una valla
que separaba dos términos municipales, supongo que por el tema del ganado.
Llevaba el 50% de la ruta hecha, ya todo era bajada, excepto si hubiera querido
subir al Mentiras, cuestión que descarté porque me daba miedo
pagar en los días sucesivos ese esfuerzo, que tampoco era mucho y que ahora me arrepiento, igual que de no haber visitado la sima, que le da
nombre al calar, pero así hay excusa para volver.
Además del paisaje me llevé otra
sorpresa, debajo de una encina solitaria salió un macho de cabra montesa, nunca
había visto uno con unas cuernas tan grandes, casi tres palmos, que en cuanto
me escuchó salió corriendo pedrera hacia abajo.
Seguí andando y en la base del
Mentiras me encontré a dos montañeros a lo lejos que ascendían este pico y que
habían subido hasta el Calar por la vertiente opuesta a la mía. A la altura de
la Sima, que no vi, decidí parar a comer algo. Seguí cuesta abajo hasta el pueblo de
Collado Tornero que está ubicado en un sitio excepcional, al lado del río Tus.
Cansado pero contento por la
belleza del paisaje llegué a la cabaña, comí, me duché y me puse a leer
tranquilamente para descansar. A las 22h cené y me acosté.
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