Una paleta multicolor
Los bosques ocupan más de la mitad de la superficie del Parque Natural. Estos pueden estar formados por especies autóctonas o por especies destinadas a la explotación forestal.
De las especies autóctonas, la más abundante es el haya (Fagus sylvatica). La altitud media del parque y su situación geográfica, favorecen el clima fresco y húmedo que tanto aprecia esta especie. Debido a la posición horizontal de sus hojas, muy poca luz penetra en el sotobosque impidiendo así el desarrollo de otras plantas. Algunas como el narciso (Narcissus gr. Pseudonarcissus) -endemismo de la Península Ibérica- o el diente de perro (Erythronium dens-canis), aprovechan para florecer antes de que salgan las hojas del haya. En estos montes se pueden diferenciar los hayedos calizos y los silíceos, cada uno con su flora asociada característica.
Hayedo en plena floración
Junto a las hayas, podemos encontrar acebos (Ilex aquifolium), Serbales (Sorbus aucuparia) o abedules (Betula alba). Este último en euskera se llama “urkia” y es quien da nombre al Parque, pues se cree que antes de la llegada de las hayas el abedul era el rey de estos montes. Es un árbol colonizador que crea condiciones favorables para el desarrollo de las hayas. Su madera era utilizada por los pastores para elaborar los “kaikus”, recipientes utilizados para recoger la leche y preparar cuajadas y quesos.
El encinar es el segundo bosque autóctono de más extensión en el Parque. Pese a ser una especie típica del clima mediterráneo, encuentra las condiciones óptimas en los suelos calizos que permiten la filtración del agua. Su madera fue muy utilizada y este hecho casi supuso su desaparición, pero hoy en día se encuentran ampliamente representados en los montes de Artaun, Mugarra y Eskuagatx.
Las plantaciones de árboles alóctonos ocupan también grandes extensiones. La explotación de estos bosques supone la principal actividad económica del entorno y se plantan principalmente coníferas como el ciprés de Lawson (Chamaecyparis lawsoniana), el alerce japonés (Larix kaempferi), el pino de Monterrey (Pinus radiata) o el pino laricio (Pinus nigra subsp. laricio).
Los bosques albergan el mayor número de especies de fauna en su interior. En ellos podemos encontrar jabalíes, corzos, zorros o tejones, pero también murciélagos, cárabos, azores y lirones grises. Algunas de estas especies como el lirón, están asociadas a los bosques más maduros y mejor conservados, pero otras como el zorro son generalistas y se pueden encontrar casi en cualquier parte. Ciertos bosques de coníferas han dejado de explotarse por no tener sus dueños un relevo generacional, facilitando la expansión del picamaderos negro, una especie que se encontraba en retroceso en los montes de Bizkaia.
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