LA MURALLA
Esta muralla se encuentra en la entrada en la entrada del camino hacia el Jardin de Santos.
Se encontraban rodeando la población, en la parte alta.
Quedan pocos restos, casi todos en la zona Este del pueblo.
Tenían planta rectangular, con torres de planta cuadrada de trecho en trecho, con fábrica de tapial y mampostería. Estaban rematadas por almenas. Solo conserva uno de los portales, llamado el Portalet, totalmente integrado entre nuevas edificaciones. Se cubre con arco de medio punto y tiene forma de recodo. En la parte opuesta, encarados hacia el barranco quedan dos lienzos de tapial y mampostería, y los restos de una torre esquinera, la Noreste, llamada Torre Bernet. De dicha torre, solo queda el lienzo Oeste y los arranques del Sur y Norte, los demás se han perdido.
La formación de la villa de Penàguila tiene su origen en la carta puebla otorgada a los pobladores cristianos del término por Pedro III en 1278. Prescribía la instalación de un centenar de colonos, que debían construir sus casas “cerca del castillo
Sin embargo, estos pobladores no establecieron sus residencias en ese lugar, sino que se instalaron en las alquerías de su término, “separados del castillo de Penàguila”. Los consejeros del monarca consideraban perjudicial este hecho, por lo que Alfonso III ordenó, en 1286, que se hiciera la población “cerca de dicho castillo”, en el emplazamiento concreto que determinasen Rodrigo Ximénez de Luna, procurador real en el reino de Valencia, y Pelegrín de Bolas, alcaide del castillo.
Un hecho traumático impulsó la edificación de la muralla de la villa de Penáguila. En septiembre de 1304 la compañía de jinetes magrebíes capitaneada por al-Abbas, procedente de Granada, llevó a cabo una correría por el sur del reino de Valencia, en el transcurso de la cual atacó Alcoi y entró en Cocentaina, quemando y destruyendo en parte esta villa. Penàguila también padeció el asalto musulmán. Por este motivo, “en consideración a los daños sufridos a causa de la incursión de los jinetes”, en el mes de noviembre, el rey Jaime II concedió a los habitantes del lugar exenciones fiscales con una duración de diez años “para favorecer la construcción de los muros y fosos
La muralla fue objeto de reformas y reparaciones en las décadas posteriores a su finalización. Cabe tener en cuenta que Penàguila se vio directamente afectada por vicisitudes tan serias como las guerras de la Unión (1347-49) y la de los Dos Pedros. Todavía en el año 1437, los representantes de la villa de Penàguila en las cortes del reino de Valencia podían presumir de que “tenía buen muro y estaba bien amurallada, y los vecinos de la misma y de su término, en tiempo de guerra, pueden recogerse en ella y tienen la capacidad de defenderla, custodiarla y guardarla”
El recinto se conserva en su mayor parte, aunque embebido entre las edificaciones del casco urbano actual. En junio de 2001, el conjunto de los restos conservados de las murallas y elementos defensivos de la Penáguila medieval fueron declarados como Bien de Interés Cultural
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