Hace unos días me regalaron la novela de Jesús Carrasco, algo había leído de ella, y atraído por la vida de los pastores, por la descripción de los paisajes (recuerda a Miguel Delibes) me sumergí en ella, luego me cautivo la fuerza con la que cuenta el relato, un relato de amistad sincera y fidelidad.
Relata de una manera maravillosa el trabajo del pastor, un trabajo que ha caído y que algún día tendremos que retomarlo con el peligro de haber perdido un legado de nuestro patrimonio para siempre, en este mismo blog lo escribíamos, haciendo relevancia a la importancia del pastoreo y la transhumancia. (enlace).
"... Envolvió con sus manos las del chico y, sin decir palabra, manipuló las tetas haciendo que la leche saliera despedida. Y así, mediante esa imposición, el viejo transmitió al muchacho el rudimento del oficio, otorgándole en es instante la llave de una sabiduría perenne y esencial..."
Es un placer algunos relatos que transmiten la sabiduría de la gente del campo, la modestia y el compromiso que han ido adquiriendo de forma autodidacta que seguramente tendremos que ir recuperando, ¿Cuantas tradiciones se han ido enterrando junto a los pueblos abandonados? ¿cuantos remedios caseros se han ido perdiendo junto con la sociedad rural?
"... El pastor mandó entonces al chaval a por raíces de palo dulce, indicándole con el dedo las zonas donde le sería más fácil hallarlas. El niño, sin levantar la mirada, sacó el cuchillo del zurrón del viejo y camino hasta un pequeño talud al pie de la acequia. Pensó que en esa época del año tendría que cavar mucho para encontrar algún resto fresco que poder mordisquear..."La tierra, la naturaleza se unen a una trama de gran dureza y fortaleza por parte de sus protagonistas que no pierden su compromiso de amistad hasta en los momentos más duros de la vida.
LECTURA MUY RECOMENDADA PARA AQUELLOS QUE NUESTRAS VACACIONES LAS QUEREMOS PASAR UN POQUITO AL "INTEMPEIRE"
La primera novela de Jesús Carrasco es un desnudo en blanco y negro en el que sobra todo menos las líneas armoniosas que lo dibujan contra un fondo vacío: no hay paisaje, ni nombres. Por no haber, casi no hay ni personajes. Un puñado de personas repartidas por una meseta seca que encarnan sentimientos que de tan puros, rozan los extremos.
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