En el
aspecto legislativo, aún no se ha aprobado el preceptivo Plan Rector de Uso y
Gestión, tras tumbar la justicia el anterior en 2012; el nuevo, sin estar aún
en vigor, ya ha cosechado críticas de colectivos ecologistas. Y en lo relativo
a los visitantes, la falta de dotaciones se ha plasmado en la demanda por parte
de distintas asociaciones, empresas y colectivos de un plan de uso público, que
permita llevar a cabo actividades de educación y divulgación, a la vez que
situar el espacio entre los destinos preferidos de los turistas de naturaleza.
Desde
que en 2011, en pleno centenario de la titularidad municipal, Juan Cotino,
entonces Conseller de Medio Ambient, dijese que l’Albufera sería reserva de la
biosfera al acabar el año, no han hecho más que sucederse las acusaciones
cruzadas entre las partes implicadas por la ausencia del reconocimiento. El
trámite es largo y requiere un consenso y un impulso decidido por parte de las
instituciones que, de momento, ha brillado por su ausencia.
Alcanzará
l’Albufera el empuje que necesita para
ocupar una merecida posición de centralidad medioambiental valenciano, sino
estatal y europeo. Dependerá de los
gestores y de su capacidad para deshacer el entuerto legal y visibilizar
el patrimonio natural, si es verdad que lo más difícil que es que el lago llegue hasta nuestros días, ya está
hecho.
foto de internet
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