En ocasiones los
amigos me preguntan: “y vosotros, ¿por qué siempre buscáis una casa rural?” Nuestra
respuesta es que allí nos tratan como personas únicas, con nombre y apellidos.
Si visitas nuestras experiencias en la sección “Mis V-V”, verás que
recomendamos algunos lugares que han sido especiales para nosotros en los
últimos años.
En las casas de
turismo rural puedes vivir una experiencia compartida con los propios dueños e
incluso, en ocasiones, con otros huéspedes cuando la casa no es de uso
exclusivo. Sólo con estar un poco abierto a las posibilidades que se te
ofrecen, puedes convertir una escapada o unas vacaciones en un momento
inolvidable con gente a la que no conocías y que después contarás entre tus
amigos. Por supuesto, también debemos saber agradecer todos los servicios que
nos ofrecen los empresarios de la modalidad, son cosas que ningún gran hotel
podrá ofrecerte por más profesional que sea la persona que te atienda detrás de
su mostrador (idiomas, carreras de turismo...); ellos no te están ofreciendo su
casa, la ilusión con la que comenzaron ese proyecto, la historia de una parte
importante de su vida...
Sin ninguna duda,
después de probar las distintas alternativas del mercado en cuanto a
alojamiento, tengo muy claro que las verdaderas experiencias se tienen con el
turismo de Tú a Tú. Compartir una tarde de “pajarear” con el dueño de la casa
(que sabrá llevarte a los mejores sitios, esos que sólo conocen los lugareños),
tomar una cerveza en su terraza mientras te sugiere rincones poco abarrotados
donde comer a buen precio al día siguiente, o compartir los productos del campo
que acaba de recoger, son algunas de las experiencias que nosotros queremos seguir
teniendo. Pero esas son solo algunas pequeñas ventajas del turismo en casas
rurales.
El pasado fin de
semana pudimos descubrir otra que todavía nos llenó un poco más. Os cuento:
esta familia está enamorada de Sant Joan de Penyagolosa, siempre que podemos
nos escapamos a alguno de los pueblos de alrededor y nos acercamos a visitar el
ermitorio. Esta vez, la familia aún era mayor pues llevábamos a nuestros
mayores con nosotros para que conocieron ese increíble rincón de Castellón.
Pues bien, a unos tres kilómetros de Sant Joan, en medio del bosque (predomina
el pino silvestre, pero la riqueza vegetal es enorme), el coche se calentó y
nos dejó tirados... sin cobertura... Dejando a los mayores en el coche comenzamos
a caminar hacia Vistabella (unos siete kilómetros) para buscar un taller. Por
suerte, a mitad de camino aproximadamente la cobertura hizo un momento de
presencia fugaz, ¿a quién podemos llamar? Y nos acordamos de que hace unos años
tuvimos la suerte de poder disfrutar de la acogida y alojamiento en los
apartamentos rurales “Cases rurals Penyagolosa”, en Vistabella del Maestrazgo,
y conservábamos en la agenda del móvil su teléfono. Llamamos a Teresa (la
propietaria), le explicamos quienes éramos y nos recordó, así que vino a
rescatarnos. Teresa dedicó su tiempo un sábado a ayudarnos y nos brindó un
lugar fresco y tranquilo donde poder esperar a la grúa (pues el mecánico del
pueblo estaba por el monte recogiendo setas). Solo podemos tener palabras de
agradecimiento por su dedicación y ayuda; pese a no ser sus huéspedes en esa
ocasión, se comportó como si lo fuésemos, o aún más, como lo hubiera hecho una
amiga.
Por este motivo y
otros, hemos querido agradecer desde esta página el esfuerzo y la dedicación de
muchos empresarios de turismo rural, a todos aquellos a los que se les nota que
con esto les va la vida y nos tratan como amigos.
Gracias Teresa, de “Cases rurales Penyagolosa”, por tu dedicación. Te guardamos en un rinconcito de
nuestro corazón, y estamos deseando volver a verte (aunque esta vez mejor sin
grúas).
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