Este fin de semana he tenido la fabulosa oportunidad de perderme por el Parque Nacional de Cabañeros (entre las provincias de Ciudad Real y Toledo), una auténtica joya de nuestro territorio.
Quiero aprovechar la oportunidad para recomendar la visita al Centro de Recepción de Visitantes ubicado en Horcajo de los Montes. Estas instalaciones constituyen uno de los más grandes y modernos centros interpretativos de España. Un espacio donde fundirnos en el medio durante las 2 horas aproximadas que podemos invertir en descubrir todas sus exposiciones, escenarios, juegos y audiovisuales.
Pero la motivación de esta entrada no es la interpretación pasiva, sino más bien la activa.
El Parque Nacional, a través de su planificación para la gestión del turismo y el uso público, ha estructurado la actividad del visitante mediante las visitas guiadas por una serie de senderos pre-establecidos de la siguiente forma:
1- Rutas 4x4 (VisitaCabañeros, empresa concesionaria del servicio)
2- Senderos guiados y gratuitos (Tragsa)
3- Senderos de acceso libre (folletos auto-guiados).
No podía desaprovechar la oportunidad de disfrutar de los servicios que el Parque pone a tu alcance, así que reservé varias de ellas. Mencionaré que todas fueron satisfactorias, pero quisiera centrarme en la ruta de la Gargantilla, zona en que es imprescindible solicitar los servicios de guía, ya que no es posible el acceso libre.
Tras recorrer varios kilómetros por una maltrecha pista forestal llegamos a una casona, centro de gestión de esta zona, donde da comienzo la actividad.
Fernando, nuestro "guía", comienza una explicación sobre geología ayudándose de un panel (consistente en una imagen satélite de la zona) y el Pico Rocigalgo (1448m) al fondo.
Echamos a andar el reducido grupo y el guía, que pronto se funden en uno. Un participante comenta la suerte que hemos tenido con que nuestro guía sea Fernando pues dicen "sabe mucho".
Las ciencias de la Naturaleza son muchas y muy complejas. No se si una clase magistral con cientos de datos es lo que ando buscando en mi "salida de relax" a la montaña. Por lo tanto, que el guía pueda ser un erudito naturalista no me entusiasma especialmente.
Avanza la jornada. Flora y fauna, senderismo, historia y cultura, los temas se van sucediendo, surgen, simplemente fluyen.
¿Qué pasa en este punto concreto, donde nos encontramos ahora, cuando no estamos? La sociedad del bosque. ¿Qué ha sucedido durante los procesos evolutivos para que todo esté tal cual lo estoy disfrutando hoy? Qué maravilla, ¿Cómo podríamos conservar o mejorar este ambiente todavía más?
No tengo que esforzarme en pensar, las reflexiones en mi cabeza se encadenan enlazándose a mis experiencias y vivencias. Parece como si este paraje formase parte de mi vida diaria.
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Jara diminuta ejemplo de la gran diversidad de flora que podemos encontrar. |
Continuamos descendiendo entre jaras hasta llegar a un bosque de rivera formado por grandes fresnos (Fraxinus angustifolia) bajo los que gozamos de una estampa casi paradisíaca. Vadeamos el río engordado por las recientes lluvias, no sin cierta dificultad.
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Bosque de rivera sobre un arroyo. |
Este sistema de aguas, vegetación, sustrato, sus microorganismos, sus descomponedores, parasitismos, depredaciones y un sinfín de procesos engranados a la perfección en una lucha constante por el equilibrio son difíciles de apreciar por nuestras simplistas miradas.
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Organismo parasitario que es polinizado por las hormigas (Cytinus hypocistis). |
En una de esas, uno de los participantes le dice a nuestro guía: "Fernando, si ando despacio es porque procuro pisar exactamente donde tú lo has hecho".
¿Qué ha sucedido? Fernando no ha dado ninguna instrucción al respecto, no ha mencionado la delicadeza del ecosistema, simplemente lo ha transmitido. ¿Pero cómo? A través de la sensibilidad de su interpretación y de la pasión y la preocupación que habitan en él.
Casi sin darme cuenta me percato que llevo 10 minutos examinando la ensalada de musgos y líquenes que acolchan una enorme roca. Y de nuevo me pregunto, ¿Pero cómo? Si nunca me han interesado los musgos. Pero claro, ahora sé que sin ellos la vida no sería posible y siento que les debo al menos unos instantes de atención.
Era cierto, Fernando sabe mucho. Pero Fernando no ha ido a penas a la escuela y no cabe ni mencionar que no ha recibido una formación académica específica al respecto. Él en cambio se disculpa por su rudeza.
Fernando transmite, se ha empachado del territorio y tras digerirlo nos lo está dando a probar a cucharadas soperas. Este profesional no es un guía, es un intérprete.
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Fernando "leyendo" en el barro la lucha entre un tejón y una familia de jabalíes. |
Puede que tras esta experiencia encontrada posea mayor capacidad para responder a la cuestión del encabezado. La interpretación es un arte, el arte de comunicar y como tal no se puede aprender. Si bien es cierto que el arte requiere de un estudio y perfeccionamiento que, como un buen cantante por ejemplo, evolucionará en su técnica debiendo poseer de antemano una buena voz.
No cabrían en este blog todos los conocimientos, conciencia y conceptos adquiridos en una mañana.
Mostrándonos los hongos de la corteza de un árbol nos dice Fernando el intérprete: "Una vez vi esto al microscopio y ahí hay de todo, ¡es un océano!", haciendo referencia a la cantidad de microorganismos contenidos en ese minúsculo medio.
El grupo sonrió embaucado por la sensibilidad tal procedente de una persona rural a la que, según nuestros condicionados criterios, no debe pertenecer semejante comprensión.
Un ejemplo más de la sutileza de una interpretación innata, inconsciente, natural.
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Hongos de espectacular coloración sobre un tronco "muerto". |
Y para no alargarme en exceso, con este último comentario me despido aseverando que el intérprete nace y quisiera que éstas mis palabras de agradecimiento sirviesen como parte del pago de esta enriquecedora experiencia.
De parte de este servidor, cuya aspiración es la de haber nacido intérprete, mi gratitud a un referente.
Fernando el enamorado de sus tierras, de su trabajo. El intérprete. El artista.