miércoles, 11 de noviembre de 2015

48.000 PASOS A LUGO

Diario de un Peregrino Primitivo X
(O Cádavo - Lugo; 31kms)


Lucus Augusti, Lugo, es la Capital del Camino Primitivo. Oviedo-Lugo-Santiago son las grandes ciudades que tenemos oportunidad de visitar. Aunque cada una con su encanto particular, ésta me merece un especial interés por un elemento patrimonial que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad. Sí, me refiero espectacular muralla.


Este impresionante muro digno de visitar fue erigido por los romanos hace aproximadamente 2000 años. Más de 2100 metros encierran el casco antiguo entre muros rocas de entre 4 y 7 metros de grosos.

Cuando el Peregrino llegaba a la ciudad quedaba impresionado ante la opulencia de dichas paredes. Hoy en día, aunque el impacto es más estético, resulta casi tan admirable.

La mañana es la más fría hasta la fecha. El raso de la noche da paso a mañanas de una humedad penetrante.

La niebla levita sobre los campos. Algún rayo de sol consigue colarse anunciando el buen tiempo.

El camino es largo, pero el entumecimiento de los primeros pasos relentiza  la marcha.
Una cierva y su cría nos salen cautelosas al paso. Pocos segundos después desaparecen brincando entre la vegetación.

Los kilómetros se suceden en suaves pendientes que recorren las tierras gallegas.


El Camino Primitivo comienza a coger impulso. Pasamos junto a una estupenda área de descanso. Han habilitado un techado de madera donde disponemos de fregadero, microondas y horno, mesas y sillas sin necesidad de consumir. Además, máquinas expendedoras de bebidas, aperitivos, bocatas, platos precocinados y hasta recuerdos. Todo a muy buen precio. La gente de la zona comienza a ver el potencial de esta variante.


Unos kilómetros más adelante encontramos otra que, aunque mucho más rústica, tiene futbolín, fruta y hamacas. Una hamaca en el Camino es muy tentadora así que nos detuvimos a comer.

Los últimos kilómetros resultan agotadores. El cansancio acumulado es una lastra que pesa en nuestras botas cómo el barro de sus suelas.
El caos de la ciudad, que aunque tranquila, está perturbando nuestra serenidad y nos invita a salir huyendo. De vuelta al monte, al camino.

Todo cambia al cruzar la Puerta Toledana. Los gruesos muros defensivos aparcan el tráfico rodado en el exterior. El ambiente es vivo, de júbilo. La gente camina de un lugar para otro, conversando, comprando en los negocios. El centro exhibe su salud en una estampa Dickensniana, mil detalles que configuran la ciudad.

El hospitalero, un señor que bien podría pasar por enterrador, nos atiende y nos indica las estrictas normas del albergue. Las "instrucciones" las encuentro bajo la litera de arriba de mi cama: "si quieres salir hasta la hora que te de la gana, deja abierta una ventana, luego solo tienes que empujar". Así que con esas nos vamos a cenar.

El paseo nocturno por la ciudad nos sorprende con una espesísima niebla que la envuelve en un halo de misterio y belleza.

Y con esta sensación, en la que las nubes velan los edificios y nos trasladan a su momento de esplendor, nos despedimos de esta magnífica ciudad.

***

Por largo que sea el camino...




.Jose Alemany

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