En esta entrada hablaremos de los elementos culturales más importantes de cada uno de los 5
municipios que forman el Paisaje Protegido de la Serra del Maigmo y Serra del Sit,
sabemos que la presencia humana en estas sierras constata desde el Neolítico,
existiendo gran cantidad de elementos etnográficos como los hornos de yeso y
cal, los molinos harineros, la antigua presa de El Pantanet con sus acequias
excavadas en la roca, ermitas como la de Catí, los 5 neveros que abastecían a
gran parte de la costa de hielo, restos de carboneras y masías que representan
de una manera formidable la vida tradicional en el medio rural.
Además, la abundante arquitectura del agua que se puede
observar en casi todos los rincones del Paisaje Protegido, como fuentes, aljibes,
acequias, pozos, sendas y caminos, hacen que a pesar de la acción del hombre
que ha provocado la progresiva desaparición de elementos agrícolas
tradicionales, todavía se conserven grandes valores medioambientales,
paisajísticos y culturales.
En el término municipal de Petrer tenemos gran parte del patrimonio cultural que
acoge el Paisaje Protegido de la Serra del Maigmo y la Serra del Sit.
Empezaremos hablando de El Pantanet,
una importante muestra patrimonial, etnográfica y arquitectónica que data de 1680
que se construyó en el Estret de Catí como presa para aprovechar las avenidas
de aguas de dos barrancos y, de esta forma, poner agua y regadío en toda su
zona de influencia. No duraron mucho las expectativas puesto que sobre 1720 se
dejó de utilizar. La estructura de la presa cuenta con un frontal que es
convexo con una altura de 14 metros en la parte más elevada y una longitud que
supera los 45 metros.
Presa del Pantanet |
Como vemos el agua ha sido un elemento muy importante en
este Paisaje Protegido de hecho tenemos también los molinos harineros que con la fuerza del agua de la Rambla de Puça
de Petrer, hacía mover los engranajes. El Molino harinero del Turco, el Molino
harinero de la Simpática, el Molino harinero de Salt, el Molino harinero de la
Pólvora, el Molino harinero de Ponça y el Molino harinero del Tio Sebetes son
los numerosos molinos que al paso de los años se han ido deteriorando poco a
poco. Hoy solo quedan los restos de estos, los techos hace tiempo que
desaparecieron y las paredes han sufrido el azote del abandono y también la
fuerza del agua que baja fuerte cuando llueve en exceso.
Estos molinos se utilizaban desde el siglo XVI hasta
mediados del XVIII para la elaboración de la harina pero a principios de los
años veinte del pasado siglo, se transformó un molino harinero en otro
destinado a la elaboración de pólvora, el conocido como Molino de la Pólvora.
Estaba situado entre el Molí del Salt y el Molí del Turco (de ambos quedan
también restos). Existe documentación referente a la creación de una sociedad que
se dedicaba a la fabricación de pólvora destinada a la caza y a la carga de
cartuchos para el mismo fin. A tal efecto se habilitaron las instalaciones del
molino y se construyó un polvorín para guardar el peligroso material. El sitio
no podía ser mejor, se aprovechó una especie de abrigo natural para construir
con grandes y robustas paredes de piedra un habitáculo para almacenar la
pólvora. El lugar era de difícil acceso y estaba rodeado de roca por casi todas
sus partes. Hoy, pese al tiempo transcurrido todavía se conserva parte de la
construcción, tanto del molino como de los polvorines que estaban algo alejados
del lugar donde se transformaba el salitre (nitrato de potasio) y otros
elementos en el peligroso material.
La sociedad denominada “Enrique Montesinos y Compañía” no
tardó en disolverse por cuestiones económicas y uno de los socios (José María
Tortosa) continuó con la actividad durante poco menos de 10 años, concretamente
hasta que estalló la guerra civil y las instalaciones fueron destruidas. Durante
esos casi diez años funcionó como
empresa familiar y del modesto negocio que llevaba por nombre comercial “El
Cid” salió pólvora destinada también al alardo e incluso “pólvora de mina”
utilizada en la fabricación de barrenos para voladuras.
Molino de Pólvora |
Molino del Turco |
Otro emblema cultural que tiene como protagonista el agua es
la Canal de Hierro, una obra
hidráulica, un singular acueducto, que servía de soporte a la canalización de
las aguas de la Mina de la Bienvenida a su vadeo de la rambla de Puça.
Fue construida a principios del siglo XX por D. Eleuterio
Abad Seller, y tenía por objeto mejorar el acueducto existente anterior, que
era regularmente arrasado por las avenidas de la Rambla de Puça, y también el
objetivo de llevar el agua a su Hacienda o heredad denominada la Cañada del
Castillo, al norte de la población de Petrer.
Canal de Hierro en la rambla de Puça |
En este Espacio Protegido podemos encontrar también tres minetas de agua pertenecientes al
término municipal de Agost que son: La Mineta de l’Estret, La Mineta del Tío
Pep y la Mineta de Llorenç. Estas construcciones constan de una galería
excavada para que el agua de la sierra vaya saliendo, poco a poco, hasta una
balsa de riego en la mayoría de los casos.
Se han descrito minetas de agua de 200, y hasta de 400
metros de longitud. Las referencias encontradas en bibliografía, sobre otros
lugares con este tipo de minetas explican que en algunos casos tienen
respiraderos a modo de pozos verticales que salen hasta la superficie.
Al ser las paredes de estas excavaciones permeables, ocurría
a veces, que por la aparición de raíces
u otras incidencias era preciso un mantenimiento. Para permitirlo la galería
debía tener suficiente espacio para el paso de una persona.
Las aguas obtenidas se utilizaban tanto para el riego como
para el suministro de agua de consumo.
Mineta de l'Estret |
Seguimos con un símbolo de estas sierras que son los pozos de nieve como por ejemplo el Pozo
de nieve de Catí que es el más cercano al Xorret del Catí, se encuentra
bastante deteriorado, aunque cuando lo visitas aún destila un aire de grandeza
reflejo de tiempos pasados... tiempos en los que el comercio de la nieve estaba
(por raro que parezca en Alicante) mucho más presente en las vidas de los
alicantinos que el negocio del turismo. Durante el siglo XIX, vivimos lo que
los meteorólogos llaman la "pequeña época glacial", inviernos crudos
en los que la nieve y el frío abarrotaban nuestras montañas. Como prueba, sólo
en el Paisaje Protegido de la Serra del Maigmo y Serra del Sit tenemos los
restos de 5 pozos de nieve: El Pozo d nieve de Catí que ya hemos nombrado, en
el término municipal de Petrer, El Pozo de nieve del Carrascar y Pozo de nieve
del Carrascalet en Castalla y el Pozo de nieve de Briga y Pozo de nieve del
Maigmó en Tibi. Estos nos recuerdan con su presencia cómo dentro de la cultura
y tradiciones de nuestra tierra se encontraba la del comercio de la nieve, un
comercio que repartía diariamente bloques de hielo a la capital del Turia y
Alicante, desde donde se exportaba a Ibiza y el Norte de África.
La implantación de fábricas de hielo a finales del XIX fue
haciendo que perdiera fuerza esta actividad, ya que la duración de la
mercancía, se añadía la estacionalidad y la dependencia de la meteorología y a
que no era una materia que permitiera hacer muchas previsiones. Finalmente en
el siglo XX, cuando aparecen las primeras fábricas de hielo y los frigoríficos,
se dejó de utilizar los neveros.
Pozo de nieve de Catí |
Pozo de nieve de Briga |
Como elemento de carácter religioso está la Ermita de Catí, consagrada a la
Inmaculada Concepción y pertenece al municipio de Petrer, debe ser la más
alejada de este núcleo urbano. La construcción de 60 metros cuadrados es de una
única nave y está realizada en mampostería y argamasa de yeso. El tejado es a
dos aguas y en las paredes laterales podemos encontrar tres contrafuertes. Si
tenemos la suerte de poder visitar su interior podremos ver la cubierta
abovedada reforzada con cinco arcos. Sobre la datación del edificio existen
pocas referencias documentales. En un informe de 1779 se indicaba que la ermita
de Catí era muy antigua, encontrándose muy deteriorada. Al Basarse en las
características constructivas, estas se ajustan perfectamente a las del siglo
XVII.
Ermita de Catí |
Muy conocidos en Castalla son los Hornos de Yeso y Cal situados en la sierra de la argueña Castalla, estos son
construcciones donde antaño se cocía la piedra para obtener el yeso y la cal.
Se identifican por los restos de unas estructuras cilíndricas, hechas de
mampostería revocada, que se solían construir insertándolas en un margen o
vertiente, lado por donde presentan una abertura que era la boca del horno.
Para cargar el horno las piedras eran colocadas en forma de
cono, cerrando cada hilada un poco más. Terminada la bóveda se prendía fuego
con matojos y leña, comenzando de este modo la cocción. El proceso duraba entre
8 a 12 horas en las yeseras, mientras que en las caleras se prolongaba hasta
unos cuatro días, durante los cuales los “quemadores” se relevaban para vigilar
y alimentar el fuego de la caldera.
Una vez cocida la piedra, o sea, al “esclatar”, se retiraba
del horno y, en espuertas, se llevaba a la era cercana, donde era molturada por
un rulo que arrastraba una caballería.
Estos hornos, aunque humildes, son bellos exponentes de
nuestra arquitectura rural tradicional, patrimonio colectivo que debemos
conocer y preservar.
Horno de Cal,Castalla |
Antonio Botella y Alex Devaux
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