Antes de comenzar la ruta me gustaría aportar cierta información interesante sobre El Mar de Ontígola, el cual está situado en el extremo noroeste de la reserva, y el humedal recibe dicho nombre porque está situado en el camino que va desde Aranjuez hasta la localidad toledana de Ontígola. Tienen una extensión aproximada de unos 38 km², en su mayor parte ocupada por vegetación hidrófila, siendo su superficie acuática de 7 km² con agua permanente, sin tener en cuenta la biomasa vegetal. Se alimenta de la escorrentía de los cerros yesíferos de los alrededores y del arroyo de Ontígola, afluente del río Tajo, al que vierte sus aguas por la izquierda, y que en este tramo también es conocido con el nombre de Yesares, por el tipo de material con el que entra en contacto.
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Mar de Ontígola desde la parte alta . Foto: propia
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Destacando una peculiaridad sobre este humedal, que debido a la composición de sus suelos de yesos y margas, hace que su agua sea salada, siendo uno de los pocos humedales salados que existen en España, y más aún en el centro.
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Humedal desde la orilla. Foto: propia |
Si queremos conocer este humedal, lo podemos hacer recorriendo una ruta senderista semicircular acondicionada para tal fin y de dificultad baja, cuya duración aproximada es de dos horas, lo cual también depende del tiempo que dediques a disfrutar de su fauna y vegetación, así como de paisaje. La ruta tiene dos vías de acceso, pero no se puede entrar con el vehículo, una situada en la carretera de Ontígola, siendo esta la parte más alta de la ruta desde podemos contemplar con vistas panorámicas toda la reserva, y el acceso de la otra entrada se encuentra en la zona industrial de Aranjuez, concretamente en el Camino del Mar Chico.
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Vista aérea de la ruta. Foto: wikiloc.com
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Comenzamos nuestra ruta por este último acceso mencionado, el cual tiene el cartel del lugar a la izquierda, la verdad un poco alejado a la zona de acceso, que tienen una vaya para evitar la entrada de vehículos. Una vez dentro al poco de entrar a mano derecha nos encontramos con un presa abandonada, la cual fue años atrás construida como depósito de agua para el funcionamiento de las fuentes y recibía el nombre de Mar Chico, y unos metros más hacia delante nuestra ruta se bifurca hacia ambos lados rodeando así el humedal.
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Presa, Mar Chico y Ánade real. Foto: propia
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Sendero, antes de la bifurcación. Foto: propia
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Tomamos la bifurcación de la izquierda, que es la que nos conduce hasta la parte más alta de la ruta coincidiendo con la otra entrada de acceso, la cual también tiene vaya para impedir la entrada de los vehículos y un cartel más grande indicando el lugar que es, y al inicio al lado derecho encontramos una caseta de madera descuidada, pero en el interior de sus paredes hay fichas de la vegetación y de las aves que podemos encontrar en la reserva, así como información relevante de la misma, las cuales han sido puestas por personas ajenas a su mantenimiento, a titulo informativo, ya que en toda la ruta cabe destacar que no se encuentra ningún tipo de información.
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Vaya en el acceso superior. Foto: wikiloc.com |
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Cartel del acceso desde la carretera. Foto: propia |
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Caseta. Foto: propia
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Interior caseta. Foto propia
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Una vez abajo, seguimos por el otro lado de la ruta, y según se va caminando por el sendero se observa a la izquierda el humedal pero a la derecha nos encontramos con unas vías férreas, algo impactante la verdad, no sólo por el impacto ambiental que causan si no también por el peligro que hay por la facilidad de que alguien pueda caerse, ya que hay una altura considerable y no existe ningún medio para evitarlo. Y al final del sendero llegamos a donde está la torreta de observación, donde podemos observar mejor las diversidad de aves acuáticas que encontramos en el lugar, que es una de las principales razones por la que la gentes visita esta reserva.
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Vías del tren. Foto: propia
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Torreta de observación. Foto propia.
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Pudiendo observar a lo largo de la ruta los cerros yesíferos que rodean al humedal. Así como también durante todo el trayecto cabe distinguir la abundancia de vegetación palustre, entre otras especies y la fauna, sobre todo su avifauna acuática durante todo el año o en ciertas estaciones, debido a que este humedal es de gran importancia por la presencia de estas. Estos dos aspectos los veremos con más profundidad a continuación, así como también analizaremos la situación en la que se encuentra la reserva, como hemos podido observar durante la ruta realizada.
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Cerros yesíferos del humedal. Foto: propia
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Vegetación palustre y aves. Foto: propia
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Cabe mencionar que a lo lejos también se observa la finca El Regajal, en la que aparte de encontrar vegetación y fauna característica de estos montes, reside una gran población de lepidópteros que es el principal interés faunístico de la zona. Siendo reconocida internacionalmente como una de las reservas de mariposas más importantes del planeta.
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La finca el Regajal de fondo. Foto: propia |
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