La base económica de Enguera ha sido tradicionalmente la manufactura textil. Se introdujo a mediados del siglo XVI, aunque el principal despegue se produjo a mediados del siglo XVIII, cuando el conde de Puñoenrostro consigue una serie de privilegios para los paños de la Real Fábrica de Enguera, mediante la Real Cédula de 1739.
En 1850 se instalaron los primeros artefactos de cardar e hilar y se adquirió un vapor de 50 caballos para evitar la dependencia de los edificios hidráulicos de Estubeny y Anna, que se vieron dañados por fuertes avenidas. En 1866 se inaugura el Vapor San Jaime, que es una instalación fabril que utilizaba la fuerza motriz del vapor para superar las dificultades en el suministro de energía hidráulica. El edificio se emplaza a las afueras del núcleo urbano enguerino y cuenta con dos chimeneas exteriores.
A finales del XIX el municipio se convierte en un enclave textil a escala regional. En la actualidad, y a consecuencia de las sucesivas crisis del sector en el siglo XX, la importancia del textil en el municipio es residual.
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