Allí llegamos y sin pensarlo hacia la ciudad "intra muros", una ciudad debidamente guardada por las murallas medievales, es muy recomendable el paseo por estas murallas, por un lado las callejuelas y por otro las impresionantes vistas a la playa, por cierto está la marea baja ya que se puede acceder a pie a las islas de Grand Bé y del Petit Bé.
Desde las murallas o paseando intramuros, entre los edificios elevados (a la vez reconstruidos después de sufrir grandes desperfectos con los bombardeos de 1944), la ciudad nos traslada a la época de los corsarios, en el siglo XVIII, pero antes desde su pueto zarpó en el siglo XVI Jacques Cartier para descubrir Canadá, así como los barcos pesqueros que llegaron a Terranova. Y todo eso lo transmite la ciudad, sus murallas, el palacio, las torres o la vida en la plaza de Chateaubriand.
Salir de St-Malo dirección este pero sin perder las costa, es hora de comer, podremos aprovechar los manjares que los pescadores de estas tierras siguen obteniendo día a día del mar, antes de la entrada a la población de Saint-Benoit de Ondes nos encontramos con un restaurante en la carretera que nos sorprendio. "La ferme des Nielles", cuarta generación en la producción de ostras, toda una oportunidad para satisfacer nuestro apetito con productos locales. El cultivo de las ostras en la bahía del Mont Saint-Michel nació en 1858, este cultivo dura entre 3 y 4 años. Es un restaurante peculiar, ya que el cliente se elige su producto fresco en una cesta (como cuando va a la pescadería) y luego los cocineros hacen el resto, es un producto fresco recién preparado y a un precio muy asequible.
Ya desde lejos podemos ver el impresionante y único, una de las maravillas del mundo, el emblemático Mont Saint-MIchel, antes pasaremos por el alojamiento, "La bourdatiere" en Beauvoir, un acierto en la elección de este B&B, habitaciones bien decoradas, limpias, amplias y una atención inmejorable por parte de Arnaud, amigos de los perros y zona amplia para que estos disfruten a la sombra de un tejo centenario que merecería ser catalogado como árbol singular en la parte trasera de la casa. Recomendable.
Es momento de ascender, la calle está repleta de turistas (es el tercer lugar más visitado de Francia por detrás de la torre Eiffel y del castillo de Versalles) pero cuando podemos intentamos disfrutar las vistas de la bahía (en marea baja en estos momentos) y el ambiente medieval de sus calles y Abadía. Cuenta la leyenda que aquel monte estuvo rodeado de un espeso bosque hasta marzo del 790 cuando un tsunami lo habría destrozado todo y convertido aquello en una isla, el monte, los monjes benedictinos en el siglo X comenzaron las obras de esta maravilla de la arquitectura de la que podemos disfrutar más de 1000 años después. Destino obligado en un viaje por el país galo, una curiosidad es que la isla forma parte de Normandía y la bahía de la Bretaña.
Teníamos una cita sobre las 18,30 horas, era el momento de subir la marea, un fenómeno natural impresionante, que dura casi dos horas hasta quedar el Mont Saint Michel casi rodeado por agua, lo que anteriormente son 15 kilómetros de arena se convierten en mar. Es peligroso aventurarse a dar un paseo por la bahía ya que se dice que la marea sube al paso de un caballo al galope, impresionante.
¡Qué alegría leer esta entrada! Me parece estar nuevamente allí.
ResponderEliminarCasualmente, vengo de publicar la mía.
Un abrazo y muchas gracias por la sonrisa que has dibujado en mí mientras leía y recordaba.