En esta ocasión voy a distanciarme un poco de los temas exclusivamente naturales para hacer referencia al turismo rural, a los pequeños pueblos de montaña y a los pequeños tesoros que pasan desapercibidos.
Nos desplazamos hasta Confrides, un pequeño pueblo de a penas 300 habitantes situado en el interior alicantino, en la Sierra de Aitana, justo en la parte superior del Valle de Guadalest (785m).
La pasada semana estuve comiendo en el lugar y pude reencontrarme con un antiguo tesoro que tiene los días contados. Ante tan nostálgica postal decidí escribir a la entidad local y tras ello pensé en compartir en este espacio dicha misiva que presento a continuación:
***
Buenos días. Me llamo Jose y soy un turista cualquiera.
Mediante el presente escrito quisiera hacer referencia a una
valiosísima joya que guarda su pequeña localidad.
Hace unos días tuve la oportunidad de degustar una “olleta
de blat” en el hostal-restaurante El Pirineo, rememorando sabores y sensaciones
de la infancia en el establecimiento en que tantas noches pernocté junto a mis
padres.
Sentado en su terraza-mirador fijé la vista más allá de la
carretera y la pude ver aún en pie, como un espejismo venciendo imperecedera la
inclinación de la calle Sant Antoni. Una cabina de teléfono, pero no una cabina
de éstas modernas con más grafitis que publicidad y que no ofrecen ninguna
intimidad al usuario, no, una cabina como la de “Los Pájaros” de Hitchcock, con
su techo y paredes de cristal, de aquellas que emulan a las cabinas por
antonomasia, las coloradas londinenses, pero en este caso del estilo
Telefónica.
En el país británico han sabido reconocer el valor y
potencial de las mencionadas urnas urbanas declarándolas “Edificio histórico”.
La cuestión es si el segundo país con más turismo del mundo sabrá valorar,
proteger y aprovechar el recurso.
Las recientes noticias han hecho temblar a estos desfasados
artilugios que vienen velando por nuestra seguridad desde que en los años 20 se
instalara al predecesor de todos ellos en el parque del Retiro, en el corazón
de la capital española.
El objeto de mi escrito es transmitirles el valor museístico
de este elemento comunicativo, y en breve histórico, que ha visto diezmada su
población en los últimos años.
Cual especie amenazada que cualquier persona paga por ver en
un zoológico o en que alguna organización invierte su esfuerzo en proteger de
la extinción. Este edificio metálico, desde el que mi padre llamaba a mi abuelo
para comunicarles que el viaje había ido bien, constituye un elemento histórico
que bien conservado y “expuesto” puede aumentar, desde su humildad, el
patrimonio del lugar. Si el cercano Guadalest dispone de numerosos museos,
Confrides puede ser el primero en tener un museo en la misma vía pública.
Desde mi modesta opinión, disponen de un pequeño tesoro que
está a punto de revalorizarse con el fin de la protección de las cabinas
telefónicas.
No sé si se han podido plantear algún tipo de medida al
respecto o siquiera si será posible conservarla puesto que es propiedad de una
empresa privada, en cualquier caso si realizan las gestiones oportunas quizás
algún día Confrides sea mencionada y visitada por ser la única villa española
con semejante antigüedad.
***
Esta ha sido mi particular aportación en pro de la historia y del patrimonio.
Por otra parte recomiendo la zona, recomiendo su gastronomía, su montaña, su pantano, sus museos y sus historias. Un lugar único, un espacio compartido que pertenece al pueblo español y al valenciano en particular. Un tesoro presente y futuro que debemos valorar, proteger, compartir y por supuesto, disfrutar.
Panorámica Confrides. Fuente: Ayuntantamiento.es |
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