LAS VÍAS
PECUARIAS COMO CORREDORES ECOLÓGICOS
Adoptando una escala de percepción
territorial más amplia, las cañadas pueden analizarse como corredores para la
conservación, no sólo de especies de fauna y flora, sino también de ecosistemas
completos, si bien es este un papel que cabría incrementar notablemente con una
gestión adecuada. En biología aplicada a la conservación se denomina “corredor”
a una banda de vegetación natural que conecta áreas de cierta extensión que de
otra forma quedarían aisladas y cuyas características naturales y valor para la
conservación de especies son muy superiores a las de los terrenos que limitan
el corredor.
Aunque el papel de los corredores en
los movimientos de fauna y su utilidad para favorecer la recuperación de
determinadas especies en peligro de extinción está siendo cuestionada por no
existir datos concluyentes, se admite que su repercusión es positiva como
componentes de una política de conservación a escala regional o de territorio
amplio. La potencialidad que ofrece el sistema en este campo es muy importante,
y entre las funciones que algunas vías pecuarias están ejerciendo, o podrían
ejercer, se pueden señalar las siguientes:
a) Franjas de conexión entre el mundo urbano
y el medio natural. Las vías
pecuarias pueden jugar un importante papel como eje conector entre el tejido
urbano de las ciudades y pueblos y el medio natural circundante. Se trata de
aprovechar las que penetran en la ciudad o en el pueblo, como cuñas de conexión
entre el mundo urbano y el medio rural, a fin de crear ejes verdes de
penetración de la naturaleza en el medio urbano y poner en contacto al
habitante de la ciudad con su entorno rural - natural.
Además se impone como necesario conectar los
parques urbanos con el medio rural -natural, para así evitar que queden
aislados en medio de la trama urbana, lo que obliga a un manejo humano
intensivo de estos, al haberse convertido los parques urbanos en auténticas
islas carentes de relación con su entorno natural.
b) Franjas de conexión entre enclaves
naturales.
Otra de las funciones que podrían
potenciarse, y que no es incompatible con el paso ganado, es el de pasillos de
conexión entre áreas naturales, tanto protegidas, como no protegidas.
Si tenemos en cuenta que el nivel de
fraccionamiento del territorio es cada día más intenso, debido al gran número
de infraestructuras de comunicación existentes (autovías, autopistas,
carreteras, vías férreas), o al propio desarrollo urbano industrial, los
enclaves naturales de valor para la conservación, se encuentran cada vez más
aislados en medio del cemento y asfalto.
Se impone, pues, la necesidad de
aprovechar ciertas vías pecuarias para conectar los enclaves naturales, a fin
de que se mantenga, o dinamice, el flujo permanente de fauna y flora que
permita el intercambio de especies entre ellos. El fraccionamiento del
territorio, y el aislamiento de los enclaves naturales, no es ecológicamente
aconsejable para el normal desenvolvimiento de la vida de animales y plantas,
ya que provoca graves problemas a éstos: aislamiento genético de las
poblaciones en islas - endogamia y pérdida de variedad genética muerte de
vertebrados por atropellos - con las consiguientes repercusiones sobre los
efectivos poblacionales -, empobrecimiento de la diversidad específica, etc.
Las vías pecuarias utilizadas para
este fin, podrían servir, en determinados casos, de auténticos pasillos verdes
por donde la fauna y la flora podrían moverse (pensemos que las Cañadas tienen
75m de
anchura), se constituirían de cara al futuro en condicionante ambientales al
desarrollo de actividades de alto impacto, evitarían el aislamiento de los
espacios naturales, y liberarían territorio de la dinámica urbanizadora de
creación de infraestructuras.
c) Franjas de protección (franja colchón) de
espacios de interés ecológico. Algunas vía pecuarias son limítrofes con
terrenos de gran valor ecológico. El papel que les toca jugar a estas vías
pecuarias es crucial, ya que constituyen excelentes franjas colchón frente a
potencia les impactos que pudieran generarse sobre el enclave natural en
cuestión. De ahí que sea prioritaria su vigilancia, a fin de evitar actitudes
indisciplinadas que provoquen la usurpación y/o ocupación ilegal de estos
espacios públicos limítrofes con áreas de interés ecológico, y que por tanto se
vayan introduciendo cuñas de degradación en el borde de éstos (fenómeno que por
desgracia ha comenzado a desarrollarse).
d) Las vías pecuarias en los Espacios
Protegidos.
En Otros casos las vías pecuarias forman
parte de los espacios naturales protegidos, o en vías de protección, y la
pérdida de funcionalidad de algunas de ellas como paso de ganado,
comunicación rural o pastoreo, puede aprovecharse para recuperar la cubierta
vegetal autóctona del Espacio Protegido, o bien como soporte para destinarla a
fines educativos, culturales o de interpretación de la naturaleza (senderos de
la naturaleza), limitando los impactos a puntos concretos del enclave natural,
canalizando a los visitantes por rutas previamente convenidas, excluyendo
aquellos lugares sensibles donde es necesario evitar, o limitar al máximo, la
presencia del ser humano.
e) Las vías pecuarias y los cursos de agua. Las vías pecuarias juegan un papel
importante desde una óptica de mejora ambiental del territorio, ya que muchas
de éstas discurren paralelas a cursos de agua, por lo que el dominio público
hidráulico y la vía pecuaria se superponen, creándose franjas de suelo público
de interés especial para el flujo de la fauna y la flora, así como para la
mejora de los ecosistemas ribereños.
Sin embargo, en muchos casos es
necesaria una labor previa de eliminación de ocupaciones ilegales, y la
conveniente revegetación de dichas vías pecuarias, lo que permitirá conseguir
reconstruir los complejos de vegetación ribereña, teniendo efectos positivos
sobre la calidad del medio fluvial en su conjunto.
f) Las vías pecuarias y la mejora de la
cubierta arbórea (revegetación lineal). Uno de
los graves problemas con el que cuentan muchas partes del territorio del Estado
español, es la escasez de cubierta arbórea, por lo que la revegetación de
ciertas vías pecuarias tiene una clara función de mejora ambiental del entorno,
ya que atenúan la desecación ambiental, crean refugios para la fauna, retienen
el suelo y lo enriquecen con sus restos de hojas y ramas, recuperan
paisajísticamente el territorio, etc.
Esta
revegetación se debe potenciar en los tramos de vías pecuarias en los que no
exista movimiento de ganado, o bien en los que, aún existiendo, no se generen
tensiones entre la actividad ganadera y la de mejora de la cubierta arbórea, y
con especial mención a aquellos sectores del territorio en donde el medio
natural sea árido y exista una acusada ausencia de vegetación arbórea.
No debemos olvidar que existen
actualmente líneas de financiación comunitaria y nacional para potenciar la
reforestación de amplias áreas de nuestro territorio.
Santiago Bayón Vera
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