Quiero
compartir esta historia tan especial para mi y a la vez realizar una
impresión en vuestros corazones,para intentar fomentar este precioso
proyecto, donde en algunos sitios, ya han empezado.
Cuando
era pequeño estaba en el colegio y vino mi tío a decirme que mi
padre había tenido una desgracia, un accidente de coche y había
muerto. Decidimos ir a un lugar especial para él (la montaña) donde
allí, plantamos una carrasca, donde ya antes habíamos esparcido las
cenizas.
Es
muy significativo volver a verlo crecer, susurrarte con sus sonidos de
las ramas y volver a la vida. Creo que esta experiencia me hizo ver
que mi padre aunque omnipresente,me cambio la vida,me hizo ver la
naturaleza como nunca la había visto, amaba a la naturaleza,la
respetaba porque mi padre formaba parte de ella.
Quiero
concienciar a la gente que haga esto,es una experiencia muy bonita y
a la vez aprenderemos a sentir,respetar y amar la naturaleza. Con
ello,estaríamos obligados a respetar a nuestros antepasados.
A
la vez que nuestros recuerdos afloran en forma de vida, estamos
interviniendo de forma involuntaria en la reforestación del monte, y
que decir de la gran sostenibilidad de convertir una necrópolis de
almas encajonadas en hormigón en árboles milenarios.
Un
bosque de calma, sentimiento y paz donde nunca podremos decir que lo
más apreciado del mundo que es la vida,no nos la arrebataran nunca.
Espero
que os haya gustado.
JAVIER
VERDÚ REIG
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