En una isla, la presión humana sobre el paisaje se acusa en función de las necesidades humanas. En Eivissa, en el siglo XIX se produjo un aumento significativo de la población. Este aumento incrementó tan significativamente las necesidades básicas, que se empezaron a roturar, aterrazar y cultivar bancales que se ganaban al bosque en terrenos cada vez más inclinados donde la calidad y profundidad del suelo era menor que en los valles.
En el
paisaje de la sierra, hoy en día en su mayor parte
reconquistado por el bosque, se dejan entrever vestigios de piedra seca de un pasado echo a mano, piedra a piedra, por mujeres y hombres.
Parte de la paret exterior de un "Vergeret", espacio cerrado donde
se cultivaban hortalizas y arboles frutales protegiéndolos del rebaño.
se cultivaban hortalizas y arboles frutales protegiéndolos del rebaño.
Paredes de una casa muy antigua en ruinas dentro
de la finca rústica de Sa Païssa de n'Agustinet.
de la finca rústica de Sa Païssa de n'Agustinet.
El
modelo económico predominante en el campo se basaba en una agricultura de autoconsumo. En la finca
familiar podían vivir de tres a cuatro generaciones que se repartían
las tareas por edades o sexo. Este modus vivendi comportaba
la aplicación del trabajo humano durante todo el año, al ritmo de
las estaciones y con un profundo conocimiento de la naturaleza.
Los bancales ascendían desde el fondo de los torrentes hasta
las partes más altas de las cumbres, si existía suficiente suelo
para sacar adelante un cultivo. En los bancales más fértiles y con
posibilidad de regadío, se cultivaban hortalizas, acompañadas de árboles frutales. En los de secano,era habitual la práctica del barbecho, cultivando cereales y legumbres, acompañados por olivos,
algarrobos, higueras y almendros.
Bancales en una de las canales de la finca
rústica de Sa Païssa de n'Agustinet.
rústica de Sa Païssa de n'Agustinet.
De las fincas se obtenía prácticamente todo lo que se necesitaba para vivir.
Pequeños rebaños de cabras y ovejas suministraban leche, queso, lana y carne. De esta ganadería quedan como vestigios los pequeños refugios de piedra seca que tenían en el monte para resguardar al rebaño de la lluvia.
Pequeños rebaños de cabras y ovejas suministraban leche, queso, lana y carne. De esta ganadería quedan como vestigios los pequeños refugios de piedra seca que tenían en el monte para resguardar al rebaño de la lluvia.
Ruinas de una barraca de pastor
También
se practicaba una apicultura para autoconsumo. Construyendo las
colmenas con troncos de higuera huecos que se emparedaban con mortero de cal y losas de piedra.
Antiguas colmenas en Cala Xarraca, en la zona de norte de la isla.
(Esta foto es de una fuente externa y su enlace se encuentra en la bibliografía)
Como
actividades complementarias en las fincas más montañosas y por
tanto de suelos menos fértiles, destacan la producción de cal viva,
cociendo la “piedra viva” en hornos de cal (forn de calç),
la producción de alquitrán en
los “forns de pega”
y la producción de carbón vegetal en las “sitges de
carboner”.
Antigua "barraca de carboner" que aún conserva parte de su tejado.
Restos de una antigua "sitja de carboner"
Vista superior de un antiguo "forn de calç"
(Esta foto es de una fuente externa y su enlace se encuentra en la bibliografía)
Vista lateral de un "forn de pega" en la zona de Ses Marrades, subiendo a Santa Agnès
(Esta foto es de una fuente externa y su enlace se encuentra en la bibliografía)
(Esta foto es de una fuente externa y su enlace se encuentra en la bibliografía)
Otros recursos se obtenían de la pesca y del trabajo en las salinas y ayudaban a complementar la dieta y a obtener ingresos en la renta familiar.
Las peculiaridades de la isla, con sus recursos, sumadas a las necesidades de sus pobladores a lo largo de los tiempos nos han echo herederos de un legado etnográfico de gran valor y belleza.
Gran parte de este patrimonio se encuentra en estado de abandono.
Las peculiaridades de la isla, con sus recursos, sumadas a las necesidades de sus pobladores a lo largo de los tiempos nos han echo herederos de un legado etnográfico de gran valor y belleza.
Gran parte de este patrimonio se encuentra en estado de abandono.
Bibliografía:
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