miércoles, 2 de diciembre de 2020

Denominación de origen


 Poco a poco, nuestro viaje al pasado nos lleva hasta los días actuales. En estas últimas dos entradas prácticamente no podremos distinguir si estamos en el ahora, o hace 150 años. 

En esta, vamos a hablar sobre uno de los productos estrella elaborados en la isla, reconocido internacionalmente, y que su elaboración esboza el característico paisaje menorquín, el queso.

Los primeros indicios de elaboración de queso datan del año 3000 AC. Sin excepción, todas las culturas que han habitado la isla destacan la calidad del mismo. Los fenicios, los romanos, los árabes, y más recientemente los ingleses durante el siglo XVIII que impulsaron de manera importante su producción, hacen referencia a la excelencia del producto y a sus técnicas, así como la calidad de los campos y del ganado.



                                                   Fotografía menorcaaldía.com


El uso de las antiguas técnicas tradicionales de gestión de pastos, así como la propia elaboración del queso, confieren otra singularidad más a Menorca. De hecho, uno de los motivos por los que fue declarada Reserva de la Biosfera es precisamente esta manera sostenible de producción.


                                                  Fotografía infomenorca.com

Procedente de la leche cruda de vaca, envuelven la cuajada en un lienzo de algodón, y proceden mediante prensado manual a dar cohesión a la masa. Para su maduración en sitios acondicionados para ello, son el viento, la humedad y la luz de Menorca lo que le confieren ese sabor tan peculiar.


                                                   Fotografía de gustosguide.com

Sólo hace falta pasearse por las fincas familiares que se dedican a ello, donde venden el queso de forma directa. El ganado, pasta libremente sobre campos de alfalfa o cebada alimentándose exclusivamente de ellos. Si hay animales felices, son sin duda las vacas menorquinas.


                                                    Fotografía menorca.info

Uno de los mayores problemas que se enfrenta la agricultura a nivel mundial, es la sobre fertilización de los suelos sobre todo con nitrógeno sintético, que se filtra y contamina las aguas subterráneas. En Menorca, mediante rotaciones de cultivos con leguminosas (que aportan nitrógeno de manera natural) y los propios animales que abonan el suelo con sus deposiciones, hacen de ello un método sostenible y respetuoso con el medio ambiente.

Si no fuera por los últimos avances en tecnología como los vehículos a motor, cualquier visitante del pasado apenas encontraría diferencias con las técnicas y maneras de hacer que todavía hoy practican los menorquines.

Una vez más, el pasado y el presente se funden en un pequeño rincón del mediterráneo, y como el queso curado o el buen vino, Menorca con su entorno y sus habitantes, nos dan esperanzas de que el futuro que nos espera, puede ser mejor.



                                                        
                                                  Fotografía menorcaaldía.com


 

Pau Campàs Pongiluppi

 

 

 

 

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