Uno de los rasgos culturales que forma parte de la identidad
menorquina es la estrecha relación que guardan els menorquins con el
mar, y el aprovechamiento que de él extraen.
La pesca, ha sido desde tiempos antiguos uno de los recursos
más importantes para la gente que habita en islas o zonas costeras, marcando el
carácter de sus habitantes, especialmente Menorca.
Fotografía turismo de observación
Y no me refiero a la pesca industrial de grandes barcos y
redes de arrastre, sino a las antiguas técnicas de artes menores. Esa manera de
hacer y tratar el entorno con cuidado y respeto, siendo conscientes de que es
precisamente el entorno, lo que nos sostiene.
Els menorquins sabían qué era el desarrollo sostenible mucho
antes de que existiera dicha palabra.
En la técnica conocida como enmalle, realizada con pequeñas
embarcaciones, los llaüts, utilizan redes estáticas, o doble red de
trasmallo, para capturar de manera selectiva un número reducido de peces. Salen
a última hora de la tarde, escogen el lugar, y tiran la red al agua. Con unos
pesos que la bajan hasta el fondo, o a la altura deseada, queda estática toda
la noche. Se mantiene abierta gracias a unos pequeños plomos en la parte
inferior, y unos corchos en la superior. A primera hora de la mañana, la sacan
del agua con las presas en su interior. Estamos hablando de una red que puede
medir hasta 2 km y suelen sacar una media (si ha ido bien) de unos 10 peces.
Esta técnica se ha usado desde tiempos muy antiguos. El
pescador, como antaño, sin instrumentación, sondas, radares o GPS
y mediante triangulaciones visuales (a ojo!) con puntos en la costa (en términos náuticos
se denominan demoras) puede saber exactamente el lugar donde se encuentran los
peces, ya sea una roca o una pequeña cavidad en el fondo marino. Teniendo en
cuenta que a 5 millas de distancia la costa se ve pequeña, impresiona la
precisión y habilidad con la que se orientan en medio del mar.
Extraen del medio solamente aquello que necesitan para
vivir, de manera armoniosa y sencilla, y, como el resto dels menorquins,
cuidan el entorno del mismo modo en que el entorno cuida de ellos,
mostrando gratitud en lo que hacen y amor por su tierra.
Dicen: en los ojos de un menorquín, puedes ver reflejado el
mar. Es totalmente cierto. Puedes ver el color turquesa de las paradisíacas
playas de Cala Mitjana, Macarella o Cala Turqueta tiñendo el iris de los ojos
de sus habitantes. Lo llevan dentro. Y esa estrecha relación que han sabido mantener a lo largo de los años con el medio que les rodea,
convierten Menorca en uno de los lugares mejor conservados y más bonitos, yo me
atrevería a decir, del mundo.
No sabemos hacia dónde vamos, ni que rumbo hemos de tomar.
Pero si observamos con atención pequeños rincones de nuestro planeta, tal vez podamos aprender de nuevo a caminar.
El mar
Veus els esquitxos d'escuma?
Puc convertir-los en perles.
La meva mare em mirava
i somreia.
-Fill, teniu un poder mágic
els poetes.
Gumersind Riera.
"L'illa canta i altres poemes"
Lluny de tu
Qui pogués fer de Menorca un tast
aquesta tarda sense vent ni flama
de poca vida en el teu costat
envejo l'aigua d'una terra blava.
Rosina Ballester
Pau Campàs Pongiluppi
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