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Resulta paradójico que un animal salvaje, un águila real reina indiscutible de
los cielos de las sierras españolas, surque de nuevo los limpios cielos de
Iberia gracias a nuestra ayuda, pero desgraciadamente, otras muchas dejan de
hacerlos por culpa de la ignorancia y codicia humana y la falta de ética hacia
las criaturas vivientes que comparten con la especie humana la extraordinaria
aventura de la evolución en el planeta Tierra.
Lo cierto es que desde la noche de los tiempos el Hombre se ha relacionado con
los animales, concretamente el Águila real o Aquila chrysaetos para los científicos,
aparece representada en múltiples ocasiones en la mitología de la región holártica,
así en el cato octavo de La Iliada, se narra cómo los Aqueos se desanimaron en
el curso del sitio de Troya y cómo el dios Zeus les envió a su águila cómo
mensajera portando un cervatillo en las garras, presa que dejó caer sobre el
altar en el habitualmente le ofrecían los sacrificios. Con esta impresionante
señal del dueño del Olimpo les mostró que les era favorable y los guerreros
reanudaron ferozmente el combate.
Nuevamente Zeus tomó la apariencia del águila real para llevar a cabo el rapto
del bello príncipe troyano Ganímedes, para tenerlo eternamente a su lado. Poco
después los griegos creyeron reconocer al joven en ciertas alineaciones de
estrellas y por ello le dieron su nombre. El águila es también el ave de Júpiter,
símbolo de la luz celeste y solar. Las águilas eran capaces de mirar fijamente
al dios Sol sin perder la vida y por ello eran veneradas.
El astrónomo griego Tolomeo, para halagar al emperador romano Adriano, en el
siglo segundo de nuestra Era, asoció a la constelación del Águila un grupo de
estrellas. A las que dio el nombre de Antinoo en recuerdo de su favorito, un
joven ahogado en el Nilo.
Cómo ave mítica el águila aparece representada de diversas formas, la normal,
bicéfala, con cuerpo de hombre y bajo el nombre de Imdugud con cabeza de león.
Por su parte el águila gigante sumeria, dios del viento, desencadena las
tempestades batiendo sus poderosas alas.
Nuestras águilas aparecen también en La Biblia, en el segundo libro de los
Reyes (capítulo XIX, versículos 36-37), donde menciona al dios Nisrok, un dios
con cabeza de águila.
En tiempos históricos ya ha venido fascinando a los hombres su poderosa silueta
y fortaleza y por ello ha sido entrenada en cetrería para la caza, citándola en
sus escritos del aventurero Marco Polo, durante su estancia en la corte del
Kublai khan, habla de ello diciendo: “ … hay también gran número de águilas,
todas entrenadas para capturar lobos, zorros, ciervos y cabras salvajes … “ .
Hasta la actualidad, desde tiempos inmemoriales los Kirguizes de las estepas
rusas han venido utilizando también águilas en una antiquísima tradición
venatoria mantenida durante generaciones.
Acusada injustamente desde tiempo inmemorial y sin fundamento científico
ninguno, ni base seria, de causar daños a la ganadería (corderos y chivos) y
también daños a las especies cinegéticas; sin tener en cuenta que elimina, al
ser un auténtico superpredador, especies nocivas para estas últimas, cómo son córvidos,
zorros y reptiles. Se trata sin duda, de prejuicios y creencias populares
equivocadas y no reflexiones profundas o estudios científicos serios de la
especie. Estas acusaciones le sirvieron para ser considerada “alimaña” durante
varias décadas y para que se premiase su exterminio en amplios territorios. Así
cómo para la colocación indiscriminada de venenos de todo tipo en nuestros
campos, actividad ahora ilegal que por desgracia, ha vuelto a reaparecer
en nuestros montes.
En el año 2.008 la organización SEO/BirdLife realizó un tremendo esfuerzo para
conocer la población de esta rapaz en España, localizando entre 1.553 – 1.769
parejas y determinando que se debería considerar una especie “Casi Amenazada” ,
teniendo en cuenta que nuestro país tiene la más numerosa e importante población
de toda Europa.
Los estudios que se han venido realizando a lo largo y ancho de la Península,
delimitan cómo factores negativos y de regresión, amenazas: la persecución
directa de ejemplares, la colocación ilegal de cepos y venenos (estos últimos
han aumentados en los últimos años), la electrocución en tendidos eléctricos,
la construcción de nuevas pistas forestales y carreteras en áreas antaño
inaccesibles, trasiego indiscriminado de personas por zonas tradicionalmente
tranquilas, repoblaciones forestales en los cazaderos, construcción de presas
en territorios de montaña y desaparición del alimento por sobrecaza o el uso
indiscriminado de productos fitosanitarios en la agricultura. Añadiendo estos a
otros factores nuevos cómo son la proliferación de parques eólicos y
urbanizaciones, apertura de nuevas zonas de esparcimiento y masiva concentración
de pistas forestales y carreteras, realizados generalmente para justificar
presupuestos.
La supervivencia de la reina de las aves depende de factores tales cómo la
diversidad o abundancia de presas, la tranquilidad del territorio de cría, la
edad de la ves, el número de ejemplares para sustituir las vacantes, buenos
cazaderos. Actualmente las obras del hombre tiene gran importancia, ya que la
invasión de los territorios con carreteras, pantanos, repoblaciones y pistas
forestales, turismo indiscriminado que puede suponer el abandono de los
territorios sin necesidad de la muerte directa de sus ocupantes, por ello la
presencia de estas aves es un factor a tener en cuenta para cualquier actuación
agresiva o planificación en el territorio.
El 20 de Julio de 1.969 el Módulo que alunizó por primera vez en la Luna se
llamaba Eagle y poco después el emblema del Apolo XVII volvió a ser el águila.
Veneradas en el pasado y vemos actualmente que también lo son. El ave emblema
de las legiones romanas y la nave que alunizó por primera vez en nuestro satélite
terrestre, siendo por ello símbolo viviente de generaciones y logros de la
Humanidad, está con graves problemas de conservación y desaparición en algunas
regiones, y es nuestro deber hacer todo lo posible para lograr su conservación,
ya que este monarca que surca veloz los limpios cielos del viejo Soler hispano
acrisola, con su sola presencia en las serranías, canchos, montes o cárcavas
fluviales, la esencia mítica de lo más salvajes y agreste de nuestra
naturaleza.
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