Nuestros ancestros
Desde tiempos
remotos la costa de Dexo-Serantes estuvo poblada. Prueba de eso son los restos
de antiguos asentamientos fortificados que podemos encontrar en la zona. Dentro
de los límites del monumento natural hay registrados cuatro castro: el castro
de Subiña, el de Castromén, el de punta Roza y el de punta Torrella. Excepto el
de Castromén, presentan un buen estado de conservación, aunque la vegetación
que los recubre impide ver sus estructuras.
Los castros de punta Roza y punta
Torrella son dos buenos ejemplos de castro costeros gallegos. Ambos presentan
características similares: están abiertos hacia el mar y se localizan sobre
puntas rocosas y acantiladas que forman pequeñas penínsulas. La defensa natural
que les proporciona el mar se complementa con varias murallas concéntricas
semicirculares y fosos hacia el interior del continente.
Recreación de los castros habitados por campesinos |
Posiblemente los castros estuvieron habitados por campesinos dedicados a la agricultura y a la ganadería, que combinaban estas actividades con la recogida de frutos silvestres, y la pesca y el mariqueo en el caso de los castros costeros.
La mayor parte
de los castros gallegos llevan asociada la creencia popular de que esconden
tesoros encantados guardados por los moros. Los moros son seres místicos que
vivieron en un tiempo antiguo. Se diferencian de los humanos porque no son
cristianos, salen de noche y duermen de día, y viven bajo tierra o dentro de
las rocas. Construyeron los castros y los sepulcros y son los guardianes de los
tesoros encantados escondidos en ellos.
El agua dulce es indispensable para la vida, por eso desde la antigüedad el ser humano ideó construcciones para poder aprovecharla, como son las fuentes y lavaderos.
Dentro de los
límites del espacio protegido de la Costa de Dexo-Serantes podemos encontrar
varias fuentes y lavaderos, como son el lavadero y la fuente de Canabal, el
lavadero del río de la Piedra y los manantiales de Fontenla y Fuente Ornela.
Según creencias populares, alrededor de ellas existen seres míticos que guardan
tesoros o hechiceros que les otorgan virtudes mágicas a las aguas.
Fuente de Canabal |
Baterías militares
Sobre O Seixo
Branco aun hoy pueden observarse los restos de una instalación militar. Se
trata de la antigua batería de proyectores de O Seixo Branco diseñada antes de
la Guerra Civil y que contó con un proyector de 150 cm de diámetro durante un
breve lapso de tiempo a comienzos de los años cuarenta. Al terminar la II
Guerra Mundial sufrió un lento proceso de abandono hasta quedar desafectada por
el Ministerio de Defensa en 1993. Sus instalaciones, hoy en ruinas, constan de
un puesto de combate con dos estructuras:
- Un pequeño
edificio abovedado o almacén donde se guardaba el proyector con una zona anexa
para el cuerpo de guarda. Por detrás, aun se puede observar el foso del
proyector.
Restos del edificio donde se guardaba el proyector |
- Un pequeño
búnker o puesto de observación para los vigías.
Restos de la batería de proyectos en O Seixo Branco |
La I Guerra
Mundial había supuesto un fundamental hito en la mentalidad geoestratégica de
las potencias occidentales. En España dio pie a un importante debate sobre la
defensa de aquellos puntos vitales del territorio como eran los puertos. Ferrol
era uno de los más relevantes astilleros militares de la época, por el que se
decidió dotarlo de un férreo escudo protector. Como resultado de todo eso
surgieron varios planes de artillado del golfo Ártabro que culminaron, durante
la dictadura de Primo de Rivera, en el Plan de 1926, que convertiría las rías
de Ferrol y A Coruña en uno de los enclaves mejor defendidos del mundo.
Vista desde uno de los caminos de O Seixo Branco donde se divisa al fondo el puerto exterior de Ferrol |
Este plan
preveía la creación de varios grupos de baterías de costa y antiaéreas con el
apoyo de grupos de proyectores de exploración y tiro para buscar e iluminar los
posibles objetivos. El grupo de A Coruña contaría con las baterías de
proyectores de Suevos, la Torre de Hércules y O Seixo Branco.
Vista de A Coruña desde la ensenada de Canabal |
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