La fauna del parque está compuesta por un gran número de especies singulares de interés ecológico. La variedad y contraste de hábitats que hemos señalado antes favorecen la existencia de poblaciones con requerimientos muy diversos. Pinares, matorrales, roquedos, acantilados, ramblas, salinas, playas, arenales… Si conseguimos ser sigilosos y pacientes podremos tener el privilegio de ver a alguna especie desde el mirador de la batería de las cenizas, el observatorio de las Salinas del Rasall o algún otro punto que nos permita no ser vistos.
En los pinares por ejemplo encontramos numerosas aves. Mitos, petirrojos, agateadores, carboneros… entre las más pequeñas. Mirlos, tórtolas y palomas torcaces, las más grandes.
Las zonas de matorral son el hábitat perfecto para mamíferos como el conejo o el zorro. Junto a ellos encontramos perdices, tarabillas, currucas que se alimentan de los insectos que encuentran.
En los acantilados y roquedos destaca el águila perdicera, un ave que construye en el parque sus nidos. Se trata de una especie en peligro de extinción en Murcia. Por esto, entre otras muchas razones tiene tanto sentido la conservación del parque.
Podemos destacar también al alcón peregrino, especializado en cazar a sus presas en el aire. Y al monsuelo, al cual le gusta ocupar las viejas construcciones en ruinas de los antiguos pobladores del parque.
Las Salinas del Rasall y el saladar contiguo son los hábitats más destacables para la fauna por la cantidad de aves limícolas y acuáticas que acoje durante sus migraciones. Podemos encontrar cigüeñuelas, flamencos, garcetas, avocetas, chorlitejos, archibebes,gaviotas, etc.
Los saladares que rodean las salinas dan cobijo a especies como el buitrón o mamíferos como el erizo moruno, muy activo durante la noche.
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