Una invitación al paraje natural municipal de la Murta, en Alzira (Valencia), disfrutad de este vídeo:
La situación de este valle
lo convierte en un lugar de recogimiento y tranquilidad, muy bien elegido para
aquellos que buscan la paz interior y el contacto directo con la naturaleza.
Los senderos que cruzan el valle, nos llevan por lugares de increíble belleza y
marcados contrastes. Por la orientación del valle hay gran diferencia entre la
solana y la umbría. En la primera encontramos el típico matorral mediterráneo,
enriquecido con hierbas aromáticas y medicinales. Pero es en la umbría donde
radica el mayor interés del paraje, con sus retazos de laurisilva (literalmente
selvas de laurel). Además de este árbol de reminiscencias mitológicas y usos
culinarios, forman este bosque otras plantas de hojas anchas y perennes, como
el madroño, el tomillo y el mirto. En las zonas más húmedas encontramos también
fresnos de flor y olmos mientras que lo más oscuro de los barrancos podemos ver
acantos y helechos de diversas especies.
Todo el entorno de los
valles de la multa y la Casella han sido una zona tradicionalmente visitada por
numerosos botánicos, desde Cavanilles hasta José Borja Carbonell, quien en su
estudio fitográfico de la Sierra de Corbera, realiza una descripción de la flora
de la comarca, recogiendo 967 especies eminentemente mediterráneas.
Si el patrimonio natural es
extenso, su patrimonio cultural no le va a la zaga. Dentro del valle existe una
de las joyas monacales de la provincia de Valencia. El Monasterio de Nuestra Señora
de la Murta.
Su historia espiritual, se
inicia en el siglo VI con San Donato y sus eremitas, aunque el monasterio
servetano fue asolado tras la invasión árabe. A partir del siglo XIV, se
edificaron 11 Ermitas. Más tarde, los eremitas se pasaron a la orden de los Jerónimos
a excepción de Pedro Barreda, que prefirió seguir el ideal eremítico hasta su
muerte.
En el año 1401 empiezan las
obras del monasterio empezando por la iglesia y situando el resto de edificios
en torno al claustro. En 1410 el monasterio recibió la visita de San
Vicente Ferrer.
El Cenobio tuvo el nombre
de Santa María de la Murta, epónimo del lugar porque allí se encontró una
imagen de Nuestra Señora. De la talla que milagrosamente había aparecido bajo
una murta, el padre Morera escribe: “era de barro, tan primoroso que se la
puede considerar amasada por Dios, su estatura es de tres palmos el color del
rostro moreno y abraza a su precioso hijo que tiene en la mano una nuez partida”.
Hasta el siglo XIX, fue un
gran centro religioso y cultural, visitado por innumerables obispos, cardenales
e inclusive reyes (como Felipe II).
La trayectoria del convento
estuvo caracterizada por el mecenazgo de la familia Vich. Aunque el mayor
protector fue don Diego Vich Mascó. Con el fin de las donaciones esta familia,
empieza el declive del monasterio, que culmina con las desamortizaciones, que
supusieron la venta en pública subasta del monasterio, sus posesiones y huertos.
RAFA AUDÍ LLOPIS
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